Koldo Campos
Escritor

Santo Domingo busca su identidad

No había delincuente de alto vuelo que no encontrara refugio en «la ciudad de los expresidentes».

Hace muchos años que Santo Domingo sufre una grave crisis de identidad. Sea por los apagones o por lo mucho que la han partido y repartido, Santo Domingo no se encuentra. A ello se debe que, con frecuencia, aparezcan empresarios de fuste o alcaldes de oficio empeñados en recuperar la identidad de la ciudad. A ese afán, también, se han incorporado entusiastas los presidentes.

Corporán de los Santos, allá por los ochenta, concibió mucho antes de ser alcalde de Santo Domingo el futuro de la ciudad: «La ciudad de los niños», hermosa idea que recaudó muchos apoyos y recursos y que acabó dejando muchos huérfanos y, eso sí, la puerta del solar como único vestigio de una ciudad que nunca llegó a existir.

Leonel Fernández prometió hacer «la ciudad del inmigrante» mientras otros alcaldes construían «la ciudad cibernética» (fuente incluida y cortesía de Fello). Santo Domingo seguía buscando su identidad. «La ciudad de los buzones» propuso alguien que mejor ignoro. Se impulsó «la ciudad de los bancos, de los juegos, la Nueva York del Caribe, la Miami del Sur, la nueva Las Vegas...». Hasta se estuvo a punto de hacer de la capital «la ciudad de la isla» fantástico proyecto, aunque el intento fuera real, de construir una isla artificial frente al malecón de la ciudad para llenarla de hoteles. También fracasó.

Hacer una ciudad a la carta tiene complicaciones si no se elige bien el motivo, y hubo un salto cualitativo enorme que resolvió el problema para la ciudad, cuando las circunstancias la convirtieron tal vez «sin querer queriendo» en la ciudad de los expresidentes.

Fue tal el flujo por América y el mundo en los noventa de expresidentes huidos de sus países o a punto de hacerlo que, para que se hagan una idea, Argentina llegó a producir cuatro expresidentes en una semana y solo ecuatorianos había tres en América: Noboa en República Dominicana, Bucaram en Panamá y Dahik en Costa Rica. En Santo Domingo también estaba el venezolano Carlos Andrés Pérez haciendo y deshaciendo la maleta, y entraban y salían los presidentes haitianos fuese de civil o de campaña. No había delincuente de alto vuelo que no encontrara refugio en «la ciudad de los expresidentes» aunque fuera general colombiano y embajador y se llamara Montoya.

Para quienes se ocupan de diseñar el futuro de la ciudad y del país, los expresidentes mueven dinero y, aunque se acaben yendo, siempre dejan algo. Podría considerarse un turismo especial que cuesta caro porque, aunque Suiza se ocupe de preservar sus fortunas, «la ciudad de los expresidentes» se ocupa de cuidar sus vidas y cobrar por ello. Además se estrechan relaciones que el día de mañana pueden ser útiles y gratificantes. Se habla de la capital y del país constantemente en los medios lo que incentiva el turismo. Pensar una ciudad como la Ciudad de los Expresidentes es una genial idea que solo podía superarse con la Ciudad de los Monarcas. Y el emérito español está bien para empezar. Después llegará la familia. George Bush no falla un año. Hay buenos campos de golf. Julio Iglesias de vecino. El problema va a ser encontrarle elefantes y que no se entere de que en el Lago Enriquillo todavía quedan cocodrilos.

(Preso politikoak aske)

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