Niko Goienetxe
Orreaga Nabar Estatu Pentsamendurako kidea

¿Se irán de rositas?

¿Cuántos familiares más y cuantas amistades más tenemos que perder de manera «repentina» para que exijamos de una vez por todas, primero el cese inmediato de las inyecciones ARN-m, y exigir la verdad y las correspondientes consecuencias con las que deban acarrear quiénes están detrás de todo esto?

El cerco se va estrechando sobre los responsables, cómplices y ejecutores de las inyecciones ARN-m. Una investigación conducida por el cardiólogo Christian Mueller, jefe de servicios del hospital universitario de Bâle (Suiza), constata una incidencia miocárdica 800 veces superior en lo que a la población inyectada con ARN-m se refiere.

Este terrible resultado estadístico es incluso admitido por la Sociedad francesa de cardiología.

Estamos quizás a las puertas de un escándalo planetario devastador, salvo que este escándalo, todo parece indicar, no es accidental, se trata de un crimen organizado y premeditado.

Con una tal tasa que implica una mortalidad totalmente «anómala» y desproporcionada en seres humanos a los que se les ha «aplicado» una intervención médica de esta índole, esta última hace tiempo que hubiese tenido que ser paralizada. No solamente no se vislumbra su inmediata paralización, sino que continúan arengando a los ciudadanos para que se sigan inyectando un suero experimental, a toda vista no tan experimental, pero sí muy funcional para su cometido, como se está comprobando.

De hecho, la «Comisión Europea» está planeando medidas drásticas, con la intención de dictarlas por encima de las «soberanías» de los Estados miembros para amedrentar a sus «súbitos» con tal de que se vean obligados a «consumir» los 1.800 millones de dosis de la pócima venenosa encargadas sin nuestro consentimiento, pero sí con nuestro dinero, que tienen almacenadas. La caducidad en este caso carece de importancia, visto la intencionalidad.

La simple demanda de una autopsia provoca una corriente de pánico, llegándose hasta la prohibición de hacerlas, como ha sucedido.

Ante la comisión de investigación de la UE, diputados, que podemos calificar de incorruptibles y determinados, interrogaron a la «segunda» de la empresa Psifer -el Presidente Director General de dicha empresa se negó a comparecer- para que respondiese con un sí o un no, afín de averiguar si las vacunas «contra Covid-19» fueron sometidas a test y estudios que comprobasen su eficacia en cuanto a evitar el contagio, la transmisión, a lo que la responsable de Psifer contestó –entre risas– que no. La «situación» apremiaba, no había tiempo para ello.

Con lo cual, «todos vacunados, todos protegidos» ha resultado el mayor timo «científico» de la historia de la «medicina», cuyo único objetivo fue y sigue siendo engañar a la población con un asunto que pone en peligro su propia integridad física.

Este «negocio», viento en popa, parece lograr de este modo sus dos objetivos: un enriquecimiento brutal de sus instigadores y ejecutores, y una despoblación programada eficiente. Las propias víctimas nos costeamos nuestro final por medio del saqueo económico al que todos somos sometidos para financiar esta guerra de la cual somos el blanco.

Los «pacientes» lisiados de por vida o «sacrificados», saludables en su inmensa mayoría, no han sido sujetos consentidores sino objetos coaccionados por medio del chantaje de verse retirados derechos humanos fundamentales si no accediesen a la «petición» de las «autoridades» de inyectarse la sustancia ARN-m.

A la vista de los hechos, no podemos seguir circulando por vías periféricas cuando nuestra obligación es dirigirnos hacia el centro de la cuestión.

Ante las sospechas que se van tornando en evidencias que apuntan a que se trata de un crimen organizado y premeditado, resulta que conocemos la identidad de los y las políticas, de los y las profesionales de la medicina y de los medios de comunicación, de los y las integrantes de entidades públicas y privadas que han incitado, empujado, coaccionado, engañado, mentido y forzado a millones de personas en todo el planeta, en contra de la íntima voluntad de muchas de ellas, a pincharse y a haberse auto condenados a perder su salud sin que las victimas estuviesen al corriente de la real intencionalidad de quiénes se han adverado ser sus verdugos. El consentimiento informado al paciente para dichas intervenciones médicas fue y sigue siendo inexistente. Inaudito si no se tratase de algo premeditado.

Todo indica a que estamos frente a un intento de genocidio silenciado a escala planetaria. Vista la gravedad del momento, se debe de tomar una resolución determinada en el seno de las poblaciones, como medida prioritaria a corto plazo y por encima de cualquier otra: el exigir a todas las instancias penales de cada país y a la Corte Penal Internacional, que sean investigados y traducidos ante la justicia si procediese, todos los responsables identificados -como lo están- por crímenes contra la humanidad, como lo establece claramente el Código de Nuremberg en relación a este asunto.

Toda movilización, toda denuncia, toda iniciativa colectiva debe centrarse exclusivamente e inclusivamente sobre la denuncia de estos gravísimos hechos y de sus autores, cómplices y ejecutores, si queremos poner fin al mayor ataque de la historia perpetrado contra todos nosotros y poner también a salvo a las siguientes generaciones.

¿Cuántos familiares más y cuantas amistades más tenemos que perder de manera «repentina» para que exijamos de una vez por todas, primero el cese inmediato de las inyecciones ARN-m, y exigir la verdad y las correspondientes consecuencias con las que deban acarrear quiénes están detrás de todo esto?

Todo lo que no sea eso se convierte en secundario frente a este previsible cataclismo humanitario devastador presuntamente inducido por toda una serie de sujetos identificados y aún no requeridos a comparecer ante las instancias judiciales pertinentes con vistas a depurar las responsabilidades en las que hubiesen incurrido.

Su castillo de naipes con cartas marcadas se está resquebrajando, como bien lo ha dejado asentado en el Parlamento europeo de Estrasburgo el prestigioso médico infectólogo francés, el profesor Christian Perronne, el 19 de octubre de 2022 con motivo de una conferencia sobre la política de «vacunación» llevada a cabo en estos casi dos años, en la cual hizo pública la siguiente reflexión: «Los organizadores de este complot mundial están viendo que su maquiavélico plan se está derrumbando».

Christian Perronne ha sido víctima de una campaña de difamación, acoso y derribo que le costó su empleo, hasta el punto de ser convocado por la Cámara disciplinaria de la Orden de médicos, para rendir cuentas por su criterio médico que contradecía por completo las orientaciones sanitarias emanadas del poder político vigente, mediante denuncia contra él por el sector «científico» afín a ese poder, con el riesgo de ser radiado de la orden de médicos. La audiencia tuvo lugar y el resultado de la deliberación en base a lo probado por Christian Perronne fue una victoria sin paliativos -nunca mejor dicho- a su favor, ante el estupor y la rabia contenida de quiénes querían ver su cabeza expuesta en una bandeja de plata.

Lejos de amilanarse, el Profesor Perronne junto a la asociación BonSens.or, ha denunciado ante el Tribunal de Nanterre al magnate Bill Gates a raíz de unas declaraciones de este último en el canal de televisión France 2 realizadas el 06 de mayo de 2022 en las que afirmaba: «que los complotistas han dado vuelta a la situación diciendo que gano miles de millones por matar a gente», «que la excelente vacuna contra el covid-19 es un milagro que ha impedido millones de muertes», y remataba asegurando: «que las personas que fallecían consecuencia de la infección covid-19, eran personas no vacunadas». La audiencia tuvo lugar el 20 de octubre de 2022 ante el mencionado Tribunal.

Mientras tanto, siguen al orden del día los cantos de sirena habituales, que anuncian la llegada del lobo, bien sea de ultraizquierda o de ultraderecha, para seguir desviando nuestra atención de lo que realmente está sucediendo. Esas «referencias» no corresponden al combate que nos están obligando a enfrentar. Excepto unos pocos, los políticos occidentales son unas marionetas ejecutantes del núcleo de las familias posicionadas en la élite y en la «retaguardia» a quiénes obedecen y que se han conjurado en transformar quinientos años de hegemonía occidental en un neofeudalismo abierto, disfrazado de democracia orwelliana.

Así todo, y por mucho que se nieguen a aceptarlo, la humanidad va abriéndose paso entre la oscuridad. Los responsables identificados sienten su hábitat –en el cual tan felices se desenvolvían– amenazado por una onda expresiva que se expande y va desbordando el circuito opresor que las «autoridades» pensaban no podía ser nunca franqueado. Se equivocaron y seguirán equivocándose. Su poderosísimo imperio fundado en la compra de voluntades y la corrupción galopante, sufragada con el escandaloso y crapuloso expolio económico aplicado a la ciudadanía, más sus métodos expeditivos dignos de las más crueles prácticas mafiosas, se topan sin embargo con un muro de hormigón armado, cimentado y estratégicamente posicionado por los extractos populares más concienciados, más determinados y más preparados, que les impide e impedirá dar más rienda suelta si cabe, a sus macabras actuaciones. Una «minoría» pensante y actuante que hace siempre avanzar la historia de la humanidad. Este tsunami de fuerzas empoderadas debe ir creciendo y no desgastarse en luchas inconexas y periféricas, que lo desviase de su objetivo vital y, por consiguiente, de mayor urgencia.

Pro Libertate Matria Gens Libera State.

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