José Luis García
Doctor en Psicología, especialista en Sexología *

Sexo, poder y machismo (XVIII): La agresión sexual de una menor en Aranda

Sabemos que, a los 15 años, un grupo importante de chicos y chicas tienen relaciones sexuales. Sin embargo, a esa edad, pocos chicos y chicas tienen las ideas claras respecto de esas relaciones

Estos días la sociedad española está conmocionada por las reacciones habidas hacia la sentencia de la Audiencia Provincial de Burgos contra los tres exfutbolistas del Arandina en la que se les condena a 38 años de prisión por agresión sexual a una menor, cometida en 2017. Las redes sociales y los medios de comunicación son un hervidero de opiniones encontradas sobre la condena, que contempla algunas novedades en este tipo de delitos: el delito de agresión cometido por cada uno y, a la vez, el delito de cooperador necesario de los otros dos.

Hemos visto incluso –hecho insólito en este tipo de acontecimientos– que 500 vecinos de esa localidad salieron a la calle manifestándose en defensa de los jóvenes sentenciados, por considerar excesiva la sentencia. Esperamos otra a favor de la víctima y sus familiares cuyo dolor se acrecienta en las ciudades pequeñas.

Que quede claro que ella era una menor y los agresores no. Por tanto, en lugar de que los tres le dijeran: mira niña, vete para tu casa o a jugar con tus amigas, se aprovecharon de su superioridad y la agredieron sexualmente. Eso es lo que, en esencia, pasó. Y la ley, que otrora disculpaba a los agresores y responsabilizaba a la víctima, ahora, probablemente por una mayor sensibilización social ha actuado con una contundencia desconocida. En esas circunstancias, hablar de consentimiento de ella y de una decisión consciente de con quién sale, tener o no relaciones sexuales y de qué manera, está fuera de lugar. Sin entrar en el debate de la sentencia, que hay que acatar, y dado que desde diferentes sectores se ha responsabilizado a la menor de lo ocurrido, tildándola entre otras perlas, de guarra, fácil y frívola, quisiéramos hacer una reflexión sobre la preparación en sexualidad que tienen chicos y chicas a esas edades.

Sabemos que, a los 15 años, un grupo importante de chicos y chicas tienen relaciones sexuales. Sin embargo, a esa edad, pocos chicos y chicas tienen las ideas claras respecto de esas relaciones. Otra cosa es lo que les parezca a ellos/as. Cada cual ha aprendido como buenamente ha podido, porque es un tema que les interesa sobremanera, tanto o más como ser reconocidos por el grupo. Las redes sociales están presionando de tal manera a estos jóvenes que, con frecuencia, caen en el engaño de confundir reconocimiento personal con varias decenas de likes más en su cuenta de Instagram. Quieren ser populares, guapos/as y felices, como los que aparecen en esas redes, siempre sonrientes. Y destacar como ellos.

En esta etapa, se necesita algo de seguridad, algo donde agarrarse, y si un chico (o dos) joven y guapo, mayor que tú, encima famoso y del que todo el mundo habla, te tira la caña y te promete el oro y el moro, bueno, pues te vas a dar una vuelta con él, incluso ir a una fiesta a su casa con unos amigos, tambien jóvenes, guapos y famosos. ¿Cuántas irían? Hemos conocidos casos de chicas obesas, con baja autoestima, que hacen lo que sea por parecerse a sus amigas de cuadrilla. Pero tambien nos preguntamos ¿cuántos la invitarían?

Y ya en la fiesta, tu sola, con esos tres tíos estupendos, –una fiesta un poco rara, la verdad– hay algo de alcohol y mucho ji ji y ja ja… y sobre todo mucha presión psicológica, tres a una, sin tiempo de analizar donde se ha metido, de a ver quién se vuelve atrás… y a lo mejor en ese momento de descoloque, cerrar los ojos y tirar pa lante y hacer lo que le pidan. ¿Cuántas chicas han pasado por esto? Incluso, tal vez, pensando la manera de contar la hazaña de lo ocurrido. De hacer cosas de mayores, cosas muy flipantes como sexo en grupo y provocar la admiración de los iguales. Con todo, hay que destacar la evidente intimidación de ellos y, con toda seguridad, el miedo de ella.

Los afectos son unos aliados, y a su vez una trampa, para quienes urden objetivos oscuros: Si tu novio del que estás locamente enamorada te pide no usar condón, tú a lo mejor le haces caso, si te pide esnifarte una raya o un tripi, a lo mejor te lo tomas. Si te pide que le hagas una felación a un amigo, se la haces porque te lo pide él. Porque te lo pide él. Algunas chicas enamoradas, están como abducidas y no ven sino por los ojos de su enamorado.

En esta sociedad enseguida se aprende que, con el coqueteo, la seducción, el ligue, se pueden conseguir ciertas cosas más fácilmente y llamar la atención… para luego contarlo y subirlo a las redes como es práctica habitual de esta generación. Nada nuevo bajo el sol, excepto que Internet ha provocado un cambio espectacular en la velocidad y en la profundidad del mismo. Claro que, en estos tiempos, hay depredadores al acecho, machitos a la caza de un bomboncito que parece que lo está deseando. Bueno, siempre ha habido, solo que ahora la cosa va mas deprisa y por tanto, con mayor riesgo de equivocarse.

Y con la finalidad de conseguir ese objetivo, de ser reconocida, de ser guay, de sentirse el centro de atracción… se toman decisiones equivocadas. Sobre todo, si estas con hombres que no desaprovechan ninguna oportunidad, sea la que sea. Ni una sola. Que levante el mano aquel/la que a los 15 años no metió la pata hasta el corvejón. Y eso que antes no había Twiter o Tumblr y una docena más de plataformas de mensajería y comunicación virtual, para buscar reconocimiento a una edad donde las certezas están por venir.

Sin una adecuada educación sexual en casa y en la escuela, Internet se convierte en su principal fuente de información sexual, como hemos advertido en estas mismas páginas en otras muchas ocasiones, cuando no las películas pornográficas. Y sabemos que, cada vez más y más pronto, tienen relaciones sexuales. Nos guste o no, es así.

Y, a veces, se tienen de cualquier manera, en circunstancias poco adecuadas, con consumo de alcohol y porros… porque la impulsividad, y tambien hacerlo sin pensar gran cosa, son rasgos comunes a estas edades. El resultado no puede ser muy bueno. Y así ocurre tantas y tantas veces.

A esta edad se están construyendo así mismos, experimentando, arriesgando, en un entorno complejo, descubriéndolo todo con los ojos como platos, y algunas de las decisiones que puedan tomar son fruto de un atolondramiento, de hacer lo que otros hacen en las redes, de ser más guay si cabe, de destacar en los likes del post que sube a Instagram… más que de una decisión tomada reflexivamente. Pedirle a estas niñas y niños una gestión responsable de sus emociones y de sus impulsos –que salen a borbotones y que en ocasiones se le imponen–, es pedirle peras al olmo, porque sabemos que solo pueden lograrse desde la formación y la experiencia.

Por supuesto ellos/as están convencidos de la bondad de sus comportamientos, de saberse en posesión de la verdad y de que ya son mayores, para hacer lo que hacen los mayores.

Solo con el castigo penal no se resuelve el problema. Este caso es una nueva bofetada a la sociedad que deja a merced de Internet y del porno la educación sexual de sus pequeños. Hace mucha falta educación sexual profesional y científica desde Primaria. Y mucha en la familia. De haberla tenido, tal vez ella no habría ido sola a una fiesta en una casa, con tres chicos mayores o les hubiera dicho asertivamente «no». Y ellos en lugar de aprovecharse, de verla como un agujero con patas, habrían tenido empatía y no la habrían invitado o le hubieran dicho: vete a tu casa o vete con tus amigas. Era lo que tendría que haber ocurrido, en lugar de este desastre.

* José Luis García es doctor en Psicología, especialista en Sexología, y autor del libro “Sexo, poder, religión y política”.

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