Joseba Izaga Urrutia
Militante de LAB

Sobre la estupefacción en las izquierdas patricias

Tras los deplorables resultados electorales obtenidos por hasta ahora importantes fuerzas de izquierda se están realizando sesudos análisis todos los días. Lo más común es atribuir a Podemos sus excelentes resultados por la acción informativo–propagandística de algunas cadenas televisivas estatales.

Si bien es cierto que parcialmente es así, ese análisis no entra al meollo de la cuestión, lo toca de pasada pero elude incidir en él. Lo cierto es que alrededor del éxito de Podemos  está  un 15 – M al que despreciamos desde algunas izquierdas periféricas. Se despachó aquel movimiento con el argumento de que carecía de base popular en Euskal Herria (en el caso vasco) o se le atribuyó un marcado carácter reformista, desde otras izquierdas autodenominadas revolucionarias.

No se entendió que la masiva participación en las movilizaciones de cientos de miles de personas de extracción social popular tenía que ver con la urgencia de amplios sectores trabajadores, juveniles, autónomos o de pequeños empresarios por quitarse de encima al gobierno de los lobbys de la oligarquía española, cuya política los estaba estrangulando literalmente día a día.

Una parte de la izquierda independentista creyó que aquel movimiento no echaría raíces aquí y los resultados de los comicios del 20 – D dejan claro que en absoluto es así. Constatamos con sorpresa que los ecos del 15 – M han llegado para quedarse.

Las organizaciones de la izquierda abertzale no solo no invirtieron un solo cuadro en desarrollar la Unidad Popular por la base sino que pronosticaron una vida efímera a quienes se movilizaron al margen de los acuerdos estructurales de las organizaciones históricas vascas de izquierda, tanto políticas como sindicales. Y la realidad no es esta. La realidad muestra que las nuevas generaciones se rigen por la exigencia de respuesta inmediata a sus necesidades inmediatas; ahora y aquí. Las referencias históricas han dejado de ser un argumento para ellas.

Quienes estuvimos en las mesas como apoderados e interventores vimos una enorme masa popular en las urnas. Personas que habitualmente no están movilizadas pero existen, están en nuestros barrios y pueblos. Y el porcentaje de participación ha dejado en evidencia a los profetas del boicot o la abstención por enésima vez.

El recuento  demostró que han dado su apoyo a una tercera vía frente al empate infinito en que los dos bloques políticos nos debatimos en Hego Euskal Herria, constitucionalistas y abertzales. Lo han hecho en clave democrática y este es un elemento clave de futuro para la izquierda vasca. A condición de que esta corrija su auto – aislamiento respecto al pueblo que realmente existe en este país, no aquel que idealizamos.

Ver a podemos como la primera fuerza electoral vasca no es solo un dato anecdótico. Y ver en esta mayoría una amenaza para el futuro de la izquierda independentista sería el más trágico de los errores. 

Cada año miles de jóvenes se suman a la arena política y no quieren siquiera oír hablar de aquellas formaciones cuyo ejercicio del poder y de la administración en cualquiera de sus formas institucionales no ha resuelto sus problemas cotidianos.

Se agruparon y se vieron con fuerza cuando la calle llamó a las puertas de los partidos históricos reclamando respuestas, muchas de aquellas puertas permanecieron cerradas y la marea las han ahogado aupando a otros representantes surgidos de su propio movimiento a muy altas cotas de representación popular. De la experiencia de su movilización y la de los suyos. Ha sucedido en Euskal Herria y Galiza y sucederá sin tardar en Catalunya.

Quienes sigan apostando por dar la espalda a la realidad de las nuevas representaciones auto – organizativas construidas en su propia experiencia  tendrán la oportunidad de comprobar que la brecha se ensancha sin tardar mucho tiempo y lo hará en favor de la tercera vía que la representación realmente otorgada está apoyando.

En Catalunya el sector de la CUP que ha cerrado la puerta a la Ruptura Democrática mediante un discurso neo–anticapitalista de carácter claramente autonomista y anti–independentista acaba de regalar una mayoría más que apreciable en los próximos comicios que habrán de adelantarse a marzo a Podem. Nada nuevo bajo el sol, antes, la lectura patricia del 15–M desde la izquierda rupturista vasca ya dejó el terreno abonado a esta formación representada por  su marca Podemos–Ahal Dugu, que indudablemente y con toda legitimidad la aprovechará.

Hay izquierdas que llevan tanto tiempo en el bucle de sus disputas de familia que han olvidado que existe la realidad y sobre todo, se han olvidado del pueblo. Y no nos equivoquemos: el pueblo sí sabe en quien confía y por qué, también sabe prescindir de los empecinados.

Tal vez quien debe acercarse a la realidad es la izquierda cainita y narcisista. El tiempo… tic–tac tic–tac ¡apremia!

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