Solo la izquierda transformadora puede vencer al fascismo
«Los fascistas no son como los hongos que nacen en una noche. Han sido los patronos quienes han plantado a los fascistas, los han querido y les han pagado. Y con los fascistas los patronos han ganado cada vez más», aseveraba Olmo, personaje de "Novecento".
Estamos asistiendo en todo el mundo, también en España, a una triste circunstancia: los partidos de extrema derecha son votados y aupados por las clases populares, esas mismas contra las que actúan esparciendo odio en ellas y pretendiendo sembrar cizaña entre unos y otros trabajadores y trabajadoras por cuestión de su raza o su sexo o cualquier condición.
Sin embargo, pese a la imagen obrerista que siempre ha querido ofrecer el fascismo, la realidad es que, desde sus inicios, el fascismo no ha sido (ni es) sino el pitbull, alimentado por los capitalistas, que les dan suelta ante sus dificultades para seguir manteniendo su cada vez más indecente sistema de acumulación de capital, para que hagan presa en los cuellos de los trabajadores y trabajadoras, de esas clases populares, de quienes exprimen sus plusvalías.
Como bien retrata Bernardo Bertolucci en su película "Novecento", en la Italia de inicio de los años 20 del siglo pasado, ante las huelgas de jornaleros y obreros inspiradas por los logros comunistas en la Unión Soviética, las formaciones paramilitares organizadas en fascios y subsidiadas principalmente por los terratenientes de la región de Emilia, desatan una durísima represión contra los huelguistas, los sindicatos y las oficinas de empleo. Este posicionamiento del fascismo (que antes desarrollaba un discurso falsamente obrerista) ferozmente contrario a cualquier movimiento mínimamente socializante llevó a grandes sociedades industriales, como el grupo siderúrgico ILVA, a banqueros y otros terratenientes a incrementar rápidamente y de manera muy importante la financiación de los Fasci italiani di convattimento que, a la postre, llevarían al poder al dictador Mussolini.
De igual manera, ante la crisis económica de 1929 que ponía en grave riesgo al capitalismo, fueron los grandes industriales Emst von Borsig, Hugo Stinnes, Fritz Thyssen y el magnate Emil Kirdof entre otros capitalistas, quienes elevaron al poder al cruel y despiadado nazismo en Alemania.
Aquí, en España, ante aquellas mismas circunstancias de crisis económica e intentos de socialización que agitaban a los capitalistas, la mayor fortuna del país en ese tiempo, el banquero y contrabandista Juan March Ordina, con sus grandes aportes económicos y sus mediaciones ante capitalistas y ultraderechistas internacionales, hizo triunfar el golpe de estado que daría lugar a los 40 años más oscuros y siniestros de la historia del país, el franquismo.
La gran burbuja financiera que estalló en 2008 afectando las economías de todo el mundo produjo otra vez la feroz reacción del gran capital que rápidamente se lanzó a auspiciar y extender de nuevo movimientos reaccionarios y neofascistas.
Aquí, grandes fortunas y altos ejecutivos españoles financiaron el nacimiento de Vox a partir del grupo ultracatólico Hazte Oír y el Congreso Mundial de Familias. Las donaciones de, entre otros David Álvarez Díez (propietario del Grupo Eulen), Esther Alcocer Koplowitz (presidenta en ese momento de Fomento de Construcciones y Contratas –FCC–, y dueña de hoteles Ritz), Isidoro Álvarez (quien fuera presidente de El Corte Inglés), Juan Miguel Villar-Mir (dueño entonces de la constructora OHL), Bernard Meunier (consejero delegado de Nestlé Península Ibérica en 2012); Ignacio Esquer De Oñate (secretario del Consejo de Administración de Fertiberia), Javier Javaloyes (de Agencia Negociadora y el Grupo Reacciona) sirvieron de cimiento para el partido ultraderechista.
Así pues, demostrado que detrás del fascismo se encuentra siempre el capitalismo más exacerbado, no serán, desde luego, los Conservadores ni los Liberales quienes lo combatan. Pero tampoco lo será la connivente socialdemocracia (ahora ampliada) ni quienes desde arriba o abajo aceptan mansamente, a cambio de unas migajas y unos ministerios, el sistema dominante. Solo una Izquierda transformadora, está en disposición de combatir realmente al fascismo, una izquierda rupturista que impugna el sistema capitalista, una izquierda real.