Aniceto Morales Horrillo
Trabajador de Instituto de Secundaria

Tajadura e Iriarte y la política lingüística en Navarra

Cada año se sigue repitiendo la estadística de los niños que con tres años se incorporan a Educación Infantil en Navarra y el 50% sigue haciéndolo en modelo G. Un modelo que sigue imponiendo cada año el analfabetismo integral en una lengua propia a unos 3.000 niños de 3 años. Como docentes, señor Tajadura y señor Iriarte, esta debería ser su preocupación.

El pasado 9 de abril, en un diario de Navarra de cuyo nombre no quiero acordarme, dos profesores (Javier Tajadura e Iñaki Iriarte) de la Universidad del País Vasco escribieron sendos artículos sobre la política lingüística en la última legislatura en Navarra.

Los señores Tajadura e Iriarte hablan, entre otras cosas, de igual libertad de la ciudadanía navarra, de derechos de las personas y las lenguas, de la libertad individual para aprender o no una lengua, usarla u olvidarla, de la utilidad de las lenguas, de conservación y cambio radical en la realidad sociolingüística de Navarra y de imposición del aprendizaje del euskara por parte de los poderes públicos.

En Navarra casi el 100% de la población dominamos el castellano y tenemos satisfechos todos nuestros derechos lingüísticos respecto a esa lengua en todos los lugares de Navarra. En cambio, quienes además somos vascoparlantes activos (12,9% de la población), pasivos (otro 10,3%) y quienes eligen modelos lingüísticos con euskara (modelo A, B y D) en la enseñanza (50% de la población), no tenemos los mismos derechos lingüísticos en relación con esa lengua, que también es de Navarra, por culpa de la zonificación y la no oficialidad del euskara. Si el señor Tajadura defiende que los derechos son de las personas y no de las lenguas, tampoco deberían serlos de las zonas, como ocurre en Navarra. Una persona vascoparlante debería tener los mismos derechos en todo el territorio navarro, porque las personas por suerte nos movemos y no somos setos plantados en zonas según nuestros conocimientos lingüísticos.

En cuanto a la utilidad de las lenguas me gustaría recordarles que el aprendizaje de las diferentes lenguas no es excluyente sino enriquecedor. Les remito al señor Juan Carlos Moreno Cabrera (catedrático del Departamento de Lingüística, Lenguas Modernas, Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid desde 1993) que viene a decir que la utilidad de una lengua no viene dada por la cantidad de hablantes que tiene en el mundo, sino por el uso que de ella se puede hacer en el entorno más próximo. Por eso, aprender inglés en Navarra, aunque sea hablado en el mundo por 300 millones de personas como lengua materna y por otros 200 millones como segunda lengua, no va a ser más útil (para la mayoría de navarros) que aprender euskara, lengua hablada por alrededor de un millón de personas en el mundo, porque precisamente de ellas unas 700.000 personas vascoparlantes viven próximas a nosotros en Navarra, en la Comunidad Autónoma Vasca y en la zona Vascofrancesa. Moreno Cabrera no dice que no se aprenda inglés, al contrario es bueno aprenderlo, pero sí dice que el aprendizaje del euskara nos va a ser mucho más útil que el del inglés en nuestra tierra, porque precisamente aquí el euskara es una lengua viva, algo que no ocurre con el inglés.

En cuanto a la realidad sociolingüística (Tajadura) o cultural lingüística (Iriarte), ambos profesores vienen a defender el mantenimiento de la actual zonificación. Miren ustedes, si una lengua está minorizada, como le ocurre al euskara en Navarra respecto al castellano, la política lingüística debería estar enfocada a transformar esa realidad lingüística y no a mantenerla, para que las dos lenguas puedan convivir en igualdad de condiciones y para que sus hablantes, que son objeto de derecho, tengan los mismos derechos en relación con sus dos lenguas en todo el territorio. A este respecto el señor Iriarte dice que «La realidad cultural y lingüística de una sociedad abierta y democrática no puede ser considerada una tara que debe ser «normalizada», es decir, corregida, ni por las buenas, ni, muchísimo menos, por las malas». Es un hecho indiscutible que el castellano es una lengua dominante y el euskara es una lengua minorizada en Navarra, y esto es así en gran parte porque en determinados momentos y por circunstancias políticas lamentables la lengua minorizada fue prohibida y perseguida. Por lo tanto, usted no debería hablar de tara sino de injusticia, y no debería hablar de corrección sino de reparación.

Por cierto, señor Iriarte, en Navarra la promoción exclusiva del modelo D se hace desde Euskarabidea, que es un organismo institucional de promoción del euskara ante su situación de lengua minorizada. Y, además, el modelo D no es un modelo íntegro en euskara como usted mal dice a sabiendas. Es un modelo de inmersión lingüística en euskara (79% de sesiones más o menos) en el que además se aprende el castellano (9%) y el inglés (12%), y de momento obteniendo los mejores resultados lingüísticos en esas tres lenguas.

El señor Tajadura dice que el objetivo de la política lingüística de estos cuatro años ha sido transformar radicalmente la realidad sociolingüística a través de instrumentos coactivos y además en territorios donde no se ha hablado nunca o donde el escaso número de hablantes no justifica las medidas adoptadas. Pues bien, esa transformación radical que menciona ha supuesto para toda Navarra el paso de un 0,9% en 2015 (excluido el personal de Educación) de puestos de trabajo con perfil lingüístico bilingüe en la Administración Foral de Navarra a un 1,5% en 2019, según Izaskun Arratibel Pastor miembro de Eusko Ikaskuntza que participó el otro día en el foro sobre política lingüística que organizó ese diario de cuyo nombre no quiero acordarme. ¿Dónde ve el señor Tajadura esa transformación radical? ¿Un incremento del 0,6% le parece una transformación radical? ¿Que un 1,5% de personal de la Administración sea bilingüe para atender a casi 25% de la población vascoparlante o a un 50% de la población que ha elegido modelos con euskara le parece exagerado?

Tajadura e Iriarte también hacen referencia a la pretensión de los poderes públicos de imponer el aprendizaje del euskara. En estos cuatro años se ha ofrecido por fin un derecho que no han tenido en anteriores legislaturas en la zona no vascófona, que es la posibilidad de apuntar a sus hijos e hijas en el modelo D (modelo de inmersión lingüística en euskara con aprendizaje de inglés y castellano) en el inicio de la Educación Infantil en centros públicos, y en estos cuatro años han sido 12 centros públicos y sus respectivas poblaciones las que han abierto ese modelo lingüístico sin cerrar las ofertas lingüísticas existentes. No ha habido ninguna coacción, ni imposición, ha habido una libre elección, no como en muchos casos en los que la apertura del PAI (se ha implantado hasta en 116 centros), en legislaturas anteriores con UPN, supuso la eliminación total de otras opciones lingüísticas en esos centros. ¿Dónde está realmente la imposición?

Cada año se sigue repitiendo la estadística de los niños que con tres años se incorporan a Educación Infantil en Navarra y el 50% sigue haciéndolo en modelo G. Un modelo que discrimina, porque no imparte ninguna sesión de euskara, y un modelo que sigue imponiendo cada año el analfabetismo integral en una lengua propia a unos 3.000 niños de 3 años. Como docentes, señor Tajadura y señor Iriarte, esta debería ser su preocupación, que las nuevas generaciones navarras tenga la mejor preparación académica, pero también la mejor preparación lingüística, para que sus opciones laborales futuras sean las más amplias.

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