Félix Placer Ugarte
Herria 2000 Eliza

Tras las elecciones, resultados y desafíos

El futuro próximo ofrece un panorama de incertidumbres ante el que los graves desafíos no pueden ser ocultados. No valen soluciones cortoplacistas o parciales; menos aún, unilaterales o prepotentes

Realizadas las elecciones autonómicas, un dato altamente significativo ha estado en la amplia abstención: casi la mitad del electorado (47,14%). No hay duda de que la actual crisis pandémica ha influido notablemente para acudir a las urnas por motivos de seguridad, aun con las garantías ofrecidas. Sin embargo y a pesar del éxito relativo de determinados partidos, el contexto en el que se han celebrado estos comicios plantea con urgencia graves problemas económicos, sociales y ecológicos dentro de un proceso global de productividad y consumo sin límites en una sociedad con deficiente sentido ecosocial. El futuro próximo ofrece un panorama de incertidumbres ante el que los graves desafíos no pueden ser ocultados. No valen soluciones cortoplacistas o parciales; menos aún, unilaterales o prepotentes. Son necesarias respuestas innovadoras e integrales, donde toda la sociedad y sus sectores debemos estar implicados y comprometidos.

El partido más votado ha interpretado los resultados como un refrendo a su política continuista y también a su gestión social ante la crisis pandémica. Por supuesto, hay electores que así lo habrán querido subrayar con su voto; sin embargo las urgentes necesidades planteadas no permiten quedarse donde estábamos o planificar un futuro que siga los planteamiento neoliberales dominantes.

Ante las tareas y desafíos más apremiantes, un importante y significativo número de electores han subrayado la urgencia de tomar decisiones que alienten y construyan una sociedad diferente, otra economía, una línea soberanista y solidaria que conduzca al ejercicio pleno de nuestros derechos.

En primer lugar está el derecho a condiciones de vida dignas: trabajo, vivienda, pensiones, servicios sociales, educación y sanidad pública integral; con especial atención  a los colectivos excluidos: inmigrantes, sin techo, los situados en los márgenes de la pobreza. En la actual economía de corte capitalista son alarmantes la precaria situación laboral para tantas personas, el paro creciente, la falta de atención suficiente a las necesidades básicas de familias y personas sin ingresos. Esto exige, sin duda, respuestas económico-políticas de máxima urgencia. El sistema económico debe ser transformado y reestructurado poniendo especial atención en los sectores más vulnerables, en las formas de producción y consumo y en una fiscalidad para el bien común.

Sabemos por datos comprobados que la pandemia actual está relacionada con el deterioro medioambiental. Sin embargo nuestro mundo y tierra –Ama Lur– están siendo explotados con objetivos de beneficio sin límites. Infraestructuras de movilidad como el TAV, tratamiento de residuos, el sector agropecuario en nuestro mundo rural, entre otros, deben ser revisados y renovados en profundidad. Es imprescindible asegurar el cuidado de la biodiversidad, aún no garantizado en proyectos de desarrollo y productividad hasta ahora planificados según parámetros competitivos capitalistas.

Los partidos que han concurrido a estas elecciones, en especial los más votados, deben reconocer y desarrollar todos los derechos individuales y colectivos en una democracia participativa, en una sociedad inclusiva y promover una Europa acogedora de inmigrantes y refugiados.

Aún no está resuelto el conflicto político en Euskal Herria, que reclama verdad, justicia y reparación para todas las víctimas del mismo y que ponga fin a la situación de injusticia para con los presos, exiliados, deportados y sus familias. Es urgente la reforma de la política penitenciaria, suprimiendo todos los resquicios de excepcionalidad vindicativa y que proteja  los derechos fundamentales de las personas en reclusión y de las enfermas con formas de cumplimiento dignas.

Es necesario potenciar una mentalidad que recupere nuestra identidad y cultura, asuma una ética de valores sociales, ecológicos, y promueva una economía sostenible, es decir, del bien común integral basado en la justicia, la igualdad, la equidad, los derechos humanos individuales y colectivos de Euskal Herria con estilos colectivos de trabajo y formas políticas de participación.

El periodo electoral ha sido, como siempre, tiempo de promesas que, con frecuencia, no se cumplen una vez conformados los estamentos –en este caso autonómicos– para las que se han convocado. Por ello es preciso concienciarnos de que la responsabilidad política no termina con unas elecciones. El compromiso  y participación ciudadanos deben ser reforzados. Es tarea de cada día luchar por un mundo diferente, por una Europa solidaria, por un Estado realmente democrático, por los derechos de todas las personas, por la realización de Euskal Herria como pueblo libre y soberano. Por tanto, las personas elegidas para este periodo político, que se presenta decisivo para nuestro futuro, deberán responder según criterios de justicia, de conciencia de pueblo, exigiendo el derecho a decidir con libertad lo que deseamos ser y nuestra relación con otros pueblos.

Son objetivos y valores éticos y democráticos que ahora hay que demostrar, con especial sensibilidad y solidaridad para quienes sufren las consecuencias de esta pandemia, con los pobres, con los pueblos que defienden y cuidan su tierra para que sea lugar de convivencia en igualdad y de paz desde la justicia.

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