Tasio Erkizia
Militante de la izquierda abertzale

Unas reflexiones

Las últimas elecciones pueden dar para mucho tipo de reflexiones y todas ellas interesantes. En esta breve aportación, no quiero hablar de número de votos, alcaldías en particular o tendencias de los partidos. Más allá, quiero pensar en alto lo que estas elecciones nos marcan sobre algunas de las tendencias sociopolíticas en la sociedad plural y muy compleja de Euskal Herria.

En primar lugar, quiero remarcar que la sociedad ha castigado una manera agresiva y prepotente de hacer política. No suficientemente, pero ha castigado. Esta campaña ha sido especialmente sucia y manipuladora. Expresamente se ha intentado evitar hablar y debatir sobre los problemas diarios de la ciudadanía, se ha tratado de mirar al pasado para evitar hablar del presente y sobre todo abordar el futuro. Una estrategia de la extrema derecha española con Covite a la cabeza, por la presencia en las listas de unos expresos que cumplían todos los requisitos legales exigibles, ha sido reforzada por Urkullu de manera miserable. Y es más, a pesar de una carta de los expresos más significativos, mostrando sensibilidad para con todas las víctimas y renunciando a sus cargos, Ayuso y algunos miembros destacados del PNV se han empecinado en seguir utilizando el sufrimiento ajeno en beneficio electoral. Y el electorado les ha castigado, por jugar con el dolor ajeno y embarrar la campaña.

Es una gran alegría que los votantes castiguen un estilo de hacer política que viene de lejos, pero que los últimos años se va generalizando y que se caracteriza por no escuchar al sector afectado, responder con arrogancia y ocultar el problema con propaganda barata. Negar sistemáticamente, que Osakidetza padece graves problemas estructurales a pesar de que los usuarios las estemos padeciendo diariamente y todos los trabajadores sean personal médico, enfermeras, trabajadores auxiliares o las de la limpieza al unísono les reclaman, es un estilo que raya la chulería. Negar que el Gobierno de Gasteiz, las Diputaciones o Ayuntamientos tengan nada que ver con las malas condiciones laborales de las trabajadoras de las residencias de las personas mayores o del sector de atención domiciliaria, es tomarnos el pelo. Que miembros significativos del Gobierno se posicionen abiertamente una y otra vez en favor de la patronal, es doloroso para muchas trabajadoras. Y solo son algunos ejemplos de una manera nefasta de hacer política.

En toda la campaña, curiosamente las fuerzas de la derecha, desde Ayuso a Ortuzar, han intentado descalificar a EH Bildu. No han argumentado, han ridiculizado. Los mismos que ofrecen cobertura y apoyo institucional a gente que ha malversado importantes partidas de dinero público, como el conocido De Miguel, sin escrúpulos han difundido un vídeo, a sabiendas de que era todo falso, sobre Oskar Matute. Conocedores de que Bildu, a pesar de ser la primera fuerza municipal, no tiene ningún caso de corrupción, le han acusado de todo lo peor. El resultado es que muchos de sus votantes, no les han creído.

En segundo lugar, en Euskal Herria ha habido una alta abstención. No superior que en el Estado, pero ello no es consuelo. Para todas las fuerzas sociales y políticas que apostamos por una sociedad activa y una democracia participativa, estos datos nos deben preocupar y mucho además. Nadie ha comentado ese extremo, pero me preocupa especialmente que en unas elecciones tan cercanas a la vecindad como las municipales, se muestre tanta desafección hacia la política y tanta pasividad. El que casi la mitad de la población se abstenga de votar es un fracaso para una democracia que quiera ser participativa. Mucho trabajo nos queda para ilusionar al pueblo.

En la campaña muchas veces le he escuchado a Otegi decir que  hurtar a la sociedad un nivel decente en los debates es una grave irresponsabilidad. Y que ese estilo se generalice en un modelo de hacer política, nos empobrece progresivamente como sociedad. Por lo tanto, debe ser preocupación de todas y todos no embarrar el campo de lo político, sino sembrar credibilidad con un discurso, y sobre todo una práctica política, respetuosa para con los otros. La política no puede ser el arte de engañar la ciudadanía, sino la de promover un debate sereno de contraste de proyectos y una escuela para crear conciencia propia y autónoma. La democracia está en riesgo. Ante todo, porque las multinacionales la tienen secuestrada, pero también porque la ola reaccionaria y autoritaria que recorre el mundo la quiere vaciar de contenido y evitar que sea factor de esperanza para la población más desfavorecida.

En tercer lugar, estas elecciones le han trasladado a EH Bildu una importante responsabilidad: ser referente de un nuevo estilo de hacer política para el pueblo y con el pueblo, contando con todos los sectores de la población que quieran unirse a la alternativa de la esperanza. Es un momento dulce pero muy complejo y de mucho compromiso.

Nos tocará lidiar con serenidad las actitudes anti-Bildu que quieren impulsar desde la derecha española, con Feijóo a la cabeza. El PSN se ha sumado rápidamente a favorecer la operación. Y algunos sectores del PNV parecen dispuestos a apoyarse incluso en el PP para desbancar de alcaldías y diputaciones a EH Bildu y quitar fuerza de esa manera al aire fresco que trae ese movimiento de izquierdas y soberanista. Una vez más están en la disyuntiva de respetar la opinión  expresada en las urnas por la población o funcionar según los intereses de partido. No es nada elegante ganar en los despachos de los partidos lo que se ha perdido en la votación popular. Esas actitudes alejan a la población de la Política con mayúscula.

Bildu tiene mucho poder municipal. Nos toca organizar a todo el voluntariado de manera adecuada y eficiente. En estas elecciones, en la mayoría de los pueblos con alcaldía hemos mejorado los resultados, ganando en confianza popular. Tenemos muchas personas honradas y militante en las instituciones, a los que nos toca arroparles, pero al mismo tiempo exigirles todo el compromiso y la entrega al servicio de la gente. Con humildad, pero con ilusión y determinación, porque estamos ante el inicio de un nuevo ciclo.

El eje de nuestro modelo político es colaborar activamente con todas las mujeres y los hombres que quieran construir el futuro conjuntamente. Nuestra gran fuerza es el pueblo. EH Bildu no es el objetivo, sino un instrumento al servicio de la sociedad. Un instrumento para encauzar toda la fuerza popular a favor de una Euskal Herria activa, soberana y justa. Sabemos los numerosos problemas que nos acechan. Todo sigue igual de difícil como antes del 28, pero ahora tenemos un mandato todavía más explícito por parte de muchos miles de votantes. Trabajaremos desde las instituciones, pero compartiendo la lucha con todos los movimientos vecinales, los agentes socioeconómicos y los importantes organismos socioculturales para lograr conquistas imprescindibles en todos los ámbitos. Mucho por hacer. Un paso más en un trabajo colectivo ingente.

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