Daniel López y Leire Lopez de Aberasturi
Miembro de la Coordinadora de EA de Gasteiz y militante de EA en Gasteiz. Ambos son colaboradores de APASOS

Urtaran, peor que Juan Carlos de Borbón

Hasta Juan Carlos de Borbón dijo aquello de «que me he equivocado; lo siento; no volverá a suceder», cuando fue consciente de la pillada. Pues Urtaran, no. Urtaran persiste en el error, sin la mínima concesión ni al postureo.

Hubo un elefante en la majestuosa sala de Villa Suso en la que se celebró recientemente el Pleno de política municipal de Gasteiz. Ya saben, un tema que no se podía obviar, pero (casi) nadie quiso citar. Cabría pensar que en una cita así, en la que ejecutivo y oposición se recuerdan los agravios de todo el año –un año intenso en todos los sentidos, además– el hecho de que el teniente de alcalde esté investigado en causa judicial por prevaricación en un asunto de violencia machista, estaría presente en la legítima crítica política. Pues no. O, para ser justos, casi no.

Causa perplejidad la dificultad con que este caso se ha abierto paso en los medios de comunicación y en la política institucional. Hasta el punto, ya está dicho, de que apenas tuvo espacio en el Pleno del Estado de la Ciudad, a pesar de que el teniente alcalde del Ayuntamiento de Gasteiz, mano derecha de Gorka Urtaran y prohombre del PNV, Iñaki Gurtubai, ha declarado como investigado –como imputado diríamos antes– en el escabroso caso de las voluntarias animalistas de la asociación APASOS que sufrieron abusos sexuales en una instalación municipal, la perrera de Armentia.

Solo un representante de la oposición hizo referencia al tema: Félix González San Vicente, el portavoz de EH Bildu. Tras sus palabras, impecables por lo respetuosas tanto con las mujeres víctimas como con el proceso judicial, Gorka Urtaran volvió a ratificarse en la defensa de los representantes institucionales investigados judicialmente y, sobre todo, volvió a desperdiciar la oportunidad, puesta en bandeja de plata, para tener un mínimo gesto de empatía con las víctimas.

Hasta Juan Carlos de Borbón dijo aquello de «que me he equivocado; lo siento; no volverá a suceder», cuando fue consciente de la pillada. Pues Urtaran, no. Urtaran persiste en el error, sin la mínima concesión ni al postureo. Y pillada ha habido también en este caso, porque, como las representantes de APASOS se han cansado de decir, existen pruebas de conversaciones de las mujeres víctimas de abusos o su abogada con la anterior dirección de la asociación, con la directora de Salud Pública y con responsables de la perrera.

La responsable de Salud Pública, además, ha dejado clarito que ella trasladó el problema a su inmediato responsable político, Eukeni Martínez, estrecho colaborador de la concejala de deportes. Y, por si fuera poco, está la certeza de que el hombre acusado por las voluntarias –trabajador del Ayuntamiento– está actualmente en prisión acusado de violación, o agresión sexual utilizando lenguaje jurídico.

Pues, a pesar de todas estas certezas, Urtaran, impertérrito, sigue pidiendo comprensión y apoyo para quienes fallaron en la defensa y protección de las víctimas y no es capaz ni del más mínimo gesto con estas. No solo eso, sino que lejos de mostrarles empatía, les castiga impidiéndoles desarrollar su voluntariado.

Urtaran es uno de los máximos exponentes de la cara institucional de ese PNV que dice que nadie le da lecciones de izquierdas pero hace políticas de derechas pura y dura. «Ni de derechas ni de izquierdas: de Vitoria», dijo en el Pleno del viernes pasado. Al fin y al cabo, no hay que olvidar que, en 2018, cuando una marea morada tomó las calles el 8 de marzo, el PNV no se sumó a la huelga feminista que supuso un hito mundial. Luego sí, claro, aprendieron la lección y ahora no rechazan una foto en una pancarta ni ponerse en lazo morado en la solapa …en días señalados. Pero en el día a día, fallan a las víctimas.

Parece mentira que después de que el feminismo haya tomado las calles al grito del «Yo sí te creo», se repitan los fallos de siempre. Se pone en duda porqué las mujeres no denunciaron antes; sin caer en la cuenta de que lo grave no es que denunciaron en el momento en que se vieron con fuerzas, sino que cuando lo hicieron, no encontraron apoyo y protección, así como que el entorno concreto de este caso no ofreciese condiciones para hacerlo inmediatamente. De igual modo, siguiendo inercias al parecer irrompibles, en el primer momento, en lugar de poner la carga de la responsabilidad en el abusador, se pide a las chicas que sean buenecitas y se queden en casa para no causar problemas.

Veinte años después de que Ana Botella dijera que el alcalde de Ponferrada –a la postre, condenado– había tenido una «postura impecable» en el «caso Nevenka», Miren Fernández de Landa, concejala del PNV en Gasteiz dijo que la actuación del Ayuntamiento ha sido «exquisita».

¿En qué cabeza cabe que un equipo municipal que no ha tenido el más mínimo gesto de empatía con unas mujeres que han denunciado abusos en una instalación municipal ha podido tener una actuación «exquisita»? Solo hay una respuesta: en la de los responsables del PNV que durante la pandemia ha puesto el peso de la responsabilidad en la ciudadanía, que es incapaz de autocrítica en Zaldibar o que juegan al despiste con los pozos de Armentia 2.

Terminamos con dos reflexiones. La primera, sobre las «nuevas formas de hacer política». En las últimas elecciones municipales el PNV de Gasteiz hizo eso que en los medios se llaman «fichajes estrella». Lívia López y Miren Fernández de Landa dejaron el mundo asociativo y deportivo para ser concejalas. En menos de dos años se han convertido en políticas con las mismas carencias que miembros del establisment jeltzale, como Iñaki Gurtubai, capaces de negar apoyo a unas mujeres que han denunciado abusos y con la cara de cemento como para demandar empatía y solidaridad a quienes deberían haberles protegido. ¿Cómo es posible?

La segunda reflexión es también un mensaje de apoyo a las siete mujeres valientes y concienciadas que han denunciado los abusos. Viendo el vía crucis que están sufriendo tras hacer público lo sufrido, cabe preguntarse qué estamos haciendo mal para que todavía hoy, en la Euskal Herria de 2021, las mujeres que denuncian tengan que ser unas valientes y estar dispuestas a asumir las consecuencias.

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