Alfredo Ozaeta
Ingeniero Técnico Industrial

Ventanas de oportunidad

Este es nuestro momento de oportunidad, para aprovechando todas las sinergias que otros generosamente nos han legado construir nuestra Euskal Herria.

Seguimos hablando del coronavirus, además cada vez con más autosuficiencia, aparentemente todos sabemos más incluso de lo que se puede saber, utilizamos conceptos, definiciones y principios médicos, científicos, bacteriólogicos, etc., plagados de generalidades «fakes» y otros elementos que no conducen a ningún sitio.

Continuamos sin saber nada de cómo, porque y de donde ha nos ha llegado algo tan inesperado como desconocido pero que nos atrevemos a darle forma y colores. Pero lo más preocupante es que todavía no nos hemos puesto a pensar seriamente ni provocado una reflexión social rigurosa de que es lo que se ha hecho mal o que es lo que no hemos hecho de forma razonable como para vernos obligados a confinarnos en nuestras casas en una sociedad de bienestar y de las últimas tecnologías jamás imaginada como machaconamente intentan vendernos desde los poderes. Ni en nuestros peores sueños lo hubiéramos vaticinado.

Incluso, nos atrevemos a disertar sobre los importantes cambios tanto sociales como económicos que la actual pandemia va a dejar en nuestras relaciones personales, hábitos, convivencia en sociedad como hasta ahora la veníamos desarrollando, así como las graves consecuencias en la maltrecha estabilidad laboral, en las opacas y erráticas estructuras productivas de este sistema neoliberal heredero forzado de un sistema capitalista agotado y sin horizonte claro ni ideas o proyecto para su reinvención o adaptación a las exigencias medioambientales, de igualdad en toda su amplitud y de justicia social que demanda el sentido común como garantía de futuro en paz de nuestro planeta.

En cambio no se está hablando de aprovechar esta dramática situación como ventana de oportunidad. De cómo regenerar las relaciones sociales, expandir la cultura social igualitaria y del cuidado del ecosistema y nuestro propio hábitat. Como continuamente llevan recordándonos muchos científicos y activistas: «la naturaleza no necesita a los humanos los humanos a la naturaleza si». Diseñar nuevos modelos de convivencia que eliminen nuestra cada vez más asfixiante dependencia de las nuevas tecnologías. Modificar el modelo productivo y de reparto de bienes y riqueza, etc.

Como tanto gusta decir los grandes gestores financieros y dirigentes políticos para ocultar su responsabilidad en hechos y situaciones de sufrimiento , que por cierto a ellos casi nunca o nunca les afecta, que es de las crisis de donde surgen las grandes oportunidades (sic). Pues cogiendo su testigo, es hora de que realmente aprovechemos esta «oportunidad» y la pongamos en beneficio de la sociedad y no de un sistema que ha demostrado sus enormes carencias, incapacidades e ineptitud en la gestión de un gravísimo problema en el que los intereses de la ciudadanía en general, su salud en primer lugar y en segundo el sistema o modelo educativo, y también por supuesto el mantenimiento de su tejido empresarial e industrial más cercano, medianas empresas, pymes, comercio y autónomos, siempre ha ido por detrás de sus intereses en sus macro proyectos, sin sentido en muchos casos, grandes corporaciones, trust financieros, y de sus partidistas intereses políticos e individuales.

Es el momento de operar cambios, no podemos dejar nuestra sociedad en manos de políticos que su bandera es la soberbia y la arrogancia. Porque de forma reiterada se pierde tiempo, dinero y energías contumazmente en convocar elecciones sin garantías de seguridad con riesgos de salud, utilizándolo incluso como moneda de cambio para la aprobación de la entrada en las fases de desescalada en territorios con todavía índices de contagio importantes. Que se pretende, aparte de asegurarse su caladero más importante de votos, premiar a su clientela fiel poniéndola en riesgo?, que le han prometido al Sr. Sánchez para que les deje realizar las elecciones. Como es posible que limiten las salidas y desplazamientos en función de franjas horarias y por edad, no permitiendo ir al monte a una persona traspasando su herrialde y autoricen desplazarse a una terraza de un bar sin franjas horarias y juntarse varias personas, y también podamos ir a votar más de millón y medio de personas Como se puede improvisar, sin saber todavía en qué fase de la pandemia estamos ni lo que está por venir. Como pueden programar una vuelta a la actividad educativa de una forma tan errática e insegura. Focalizan la solución en la obligatoriedad del uso de mascarillas, después de estos meses es la única conclusión a la se ha llegado para prevenirlos contagios. Denotan un nerviosismo, inseguridad y desconocimiento impropio de los que supuestamente debieran trasmitir competencia, tranquilidad y confianza.

Desde el estado y su sucursal nos toman por tontos, no hablan claro ni intentan formar a una sociedad reflexiva. En vez de hacer pedagogía de estas situaciones en la búsqueda de soluciones colectivas, buscan el control. Siguen vendiéndonos como progreso el torrente de información con el que nos inundan sin ningún aporte, en su mayor parte desinformación de ocultamiento de su incompetencia. No nos consideran maduros, porque ellos no son, piensan o les han hecho creer que las nuevas tecnologías y redes sociales, son la felicidad, que la centralización es eficacia. No confían en las personas, están anclados en el pasado militarista y autoritario. Se nutren y retroalimentan con roles en los que se sienten cómodos ya que les permite gestionar a medida de sus intereses sin ningún tipo de responsabilidad ni obligación hacia la ciudadanía. Jamás han considerado que más que un problema de madurez, és un problema cultural, de eliminar complejos del pasado, de pensar en libertad, superar tics infantiloides propios de imperios coloniales y monarquías obsoletas. Todo lo justifican con decir que ellos son así, que son diferentes. Y por ahí difícilmente van a subsanar el déficit democrático y de credibilidad que durante décadas llevan arrastrando. La crítica y autocrítica no solo es saludable sino que es del todo necesaria para corregir los errores y no volver a cometerlos.

Es la oportunidad de diseñar nuestro país en libertad plena de decisión, lejos de ataduras centralizadoras, y de gestores engreídos e incapaces. Hay que construir un país libre, sin presos deportados o exiliados políticos, democrático, respetuoso con su hábitat y medio ambiente, con capacidad para gestionar sus recursos, su sanidad, su propio modelo educativo en igualdad de medios y oportunidades para todos, con políticas fiscales progresistas propias. Con capacidad e ideas para planificar estrategias de desarrollo, ayuda y formación de empresas, proyectos y asistencia a la juventud. Son momentos de políticas industriales claras en el mercado global que nos encontramos pero con perspectiva de país. Y sobre todo para gestionar el futuro y bienestar de sus ciudadanas sin distingos de color ni procedencia, con valores y caudales de solidaridad y generosidad para los más necesitados fueren de donde fueren. Con participación activa en la construcción de un muro de contención contra el fascismo y neo fascismo que vuelve a intentar que el Estado Español, también en Europa y otros países sobre todo del continente americano, retroceda en derechos y pierda el ya de por si escaso perfil democrático que tanto le está costando sedimentar. Si alguien tiene dudas de esta ofensiva solo tiene que asomarse al exterior. Siempre ha estado presente en gran parte del estado y sus estructuras como algo genuinamente español, y que para nada se trata de algo anecdótico. Ya es hora de desterrarlo definitivamente.

Este es nuestro momento de oportunidad, para aprovechando todas las sinergias que otros generosamente nos han legado construir nuestra Euskal Herria.

Para ello podemos empezar por plantear un ERTE, expediente de regulación temporal de empleo, desgraciadamente tan de moda ahora, a los actuales dirigentes políticos. A diferencia de ellos, nosotros jamás por cultura democrática y enorme respeto hacia sus votantes plantearíamos ilegalizaciones sucesivas, pero si un ERTE que les haga pensar y reflexionar acerca de sus tropelías. Tal vez el no contacto con poltronas y moquetas con acumulación de ácaros y otros parásitos ayudaría a regenerar su humildad y tejidos democráticos.

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