Una de las justificaciones principales para la construcción europea, fue preservar la paz en el continente. Si hasta ahora se ha podido ir disimulando, en estos momentos ha saltado por los aires. Su principal representante en Asuntos Exteriores, ya lo ha dicho, estamos en guerra. Como siempre la propaganda consigue gracias al populismo institucional de la CEE, que un nombre concreto sea el epicentro de la maldad humana. Se repite infinitamente su apellido para poder facilitar el discurso del puro populismo habitual que nuestra civilización debe aguantar, y lo peor de todo, es que la mayoría reproduce como papagayos descontextualizado. Hay infinidad de libros que desmienten que las organizaciones políticas, no son, ni han sido nunca unipersonales. Una de las últimas publicaciones es: “Caída y ascenso de la democracia” de David Stasavage. El populismo europeo, busca el chivo expiatorio para hacer un discurso mentiroso, hipócrita y falaz hasta la médula. La vida humana le importa un auténtico carajo, no para los demás, también para los propios. La pandemia es un relato magnifico que continua incólume. El espectáculo ridículo del Parlamento Europeo, con estos niños bonitos que cobran buenos sueldos que no producen lo que nos cuesta, y alejan con sus políticas el bienestar humano, con sus banderas y pancartas, como cualquier festival musical, aclamado al cantante de turno, fomentan lo contrario de lo que proclaman, que son los estados nación, hasta el infinito. Se puede observar una vez más, su gran incoherencia institucional. Los pocos que han cuestionado el maná europeo post- pandemia, por arte de birlibirloque, se ha convertido en pólvora mojada que fertilizará los campos del granero europeo. Con unos estados, endeudados por regalar sueldos para no hacer nada, insuflando dinero a las multinacionales, que son los principales vectores de la contaminación medioambiental, para poder evitar un estallido social. Las políticas erráticas llevadas, han sido incapaces para iniciar un cambio en el modelo productivo. No se es consciente del presente: pandemia, deterioro climático descontrolado, movimientos masivos de población, economías inflacionistas, y la cereza final del pastel, la guerra. Si se piensa un mínimo; las guerras, las pandemias y el hambre cabalgan juntos. El apocalipsis lo estamos fabricando con o sin microchips.
Atentamente.