Leí hace poco, en la web de un grupo estadounidense sin animo de lucro, que se denomina Archivo contra la Violencia Armada (Gun Violence Archive) y que se dedica a recopilar los datos y las cifras de los escalofriantes tiroteos, muertes y violencias varias que se producen en los EEUU, a fecha de junio de este año 2023, las cifras eran más que escalofriantes: 20.910 eran las personas fallecidas por disparos accidentales, tiroteos masivos u otras causas, con armas de por medio.

La violencia de las armas en el país de las barras y las estrellas es ya bien conocida, así como la «veneración» de la sociedad estadounidense al culto a las mismas y su «sacrosanto» derecho a portarlas (esa segunda enmienda, redactada en tiempos de su independencia). No parece espantarles y horrorizarles los tiroteos masivos, en escuelas y colegios o tiroteos indiscriminados, porque al «iluminado» de turno, se le crucen los cables. El dolor de las familias que han perdido hijos u otros seres queridos parece olvidarse rápido, se llora un rato y después parece quedar ahí en olvido. Los defensores a ultranza de poseerlas justifican a su manera (dinero por medio) el seguir portándolas, con «recetas» de más armas. La impotencia y pienso la desesperación de aquellos que, quieren limitar y regular su uso o incluso prohibirlas, se da constantemente contra la intransigencia de los grandes lobbies armamentísticos o poderosas asociaciones, cuando no, con las altas esferas de poder.

Cuando escribo estas líneas acabo de conocer, la noticia de un nuevo tiroteo… uno más en esta negra lista, otra sin razón… algo que, me ha «tocado» un poquito de cerca. Allende los mares, hay un pedacito de mi «vida» y aunque afortunadamente (no para el fallecido) la vida, esta vez, nos respetó, alguien tiene que acabar con esta violencia con esta impotencia.