AlbertoMaite Tejerina Barrio y Rocío Sáez Méndez | En nombre de Hostelería en pie de guerra

Así no, horrela ez!!

Estimados colegas, el pasado 16 de mayo, un burukide vino a vernos. En un artículo titulado: "Distopía y nueva subnormalidad", publicado en las páginas de opinión del diario Deia, el Sr. Mediavilla Amarica, don Koldo, después de vacilar con sus fantasmas ideológicos, e incluso con los sanitarios respondones del Hospital de Cruces, nos dedica a nosotros los tasqueros, este severo párrafo:

«Me chirrían muchas cosas de las que estoy viendo estos días. Termino con una apreciación que creo de mal gusto y es la actitud que han tenido determinados tasqueros al pretender llamar la atención de la opinión pública colgando esquelas en las fachadas de los inmuebles que regentan para denunciar las dificultades por las que pasan sus negocios. Que su situación no es buena resulta evidente. No obstante, interpreto absolutamente irrespetuoso para con las centenares de víctimas mortales que se ha cobrado esta pandemia (y para con sus familiares) la banalización del dolor y el sufrimiento. Se puede protestar de muchas maneras, pero con respeto».

Confiesa el burukide que «en este tiempo de impasse, de burbuja, hemos experimentado sensaciones otrora inapreciables (...) de todas ellas destacarse una que (...) yo la denominó efecto Fairy y es la calma que en mi produce el estropajo, el jabón, la espuma, (...) me relajan o cuando menos me inhiben del mundo exterior». Pues sí, francamente. Muy inhibido debe de estar el burukide por el Fairy o por «otros jabones», para ver en esta movilización una falta de respeto de los hosteleros a las víctimas de la pandemia. Muy inhibido para ver en esta petición de diálogo con las instituciones, una banalización del dolor.

No piense, don Koldo, que no le entendemos. Una persona como usted, que desde que terminó su carrera de periodismo, allá por el año 1982, vive en ese espacio de confort que le ha proporcionado la administración vasca o sus aledaños, necesariamente tiene que saber mucho más de respeto, o quizá de «omertá», y por supuesto de  formas, que unos humildes tasqueros. Pero nosotros, a nuestra manera, profundamente, tenemos un respeto reverencial por los casi seiscientos mayores que han fallecido en nuestras residencias, por los casi 1.500 muertos censados, por todos los contagiados, por todos los sanitarios que han peleado sin apenas armas. Tenemos un respeto reverencial por todas las víctimas de esta pandemia, por todas sus familias, porque además en este colectivo tan amplio como el de la hostelería también han sido nuestras víctimas, porque han sido muchos compañeros, familiares y clientes los que la han sufrido.

Señor burukide, nosotros no banalizamos el dolor. Puede que no haya sido de su agrado la presentación de nuestra angustia ante una situación económica tan devastadora como la que estamos sufriendo; pero ni banalizamos el dolor, ni perdemos el respeto a ninguna víctima. Nuestra llamada, es un grito de alerta que nace de todo un sector en riesgo de naufragio. No banalice usted don Koldo y devuelva a los hosteleros el respeto que nunca debía haberles perdido.

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