El pasado 11 de abril, al atravesar Güeñes en bici en dirección a Balmaseda, me percaté de que había muchos sapos aplastados sobre el asfalto en el tramo comprendido entre la iglesia de Santa María de Güeñes y Aranguren (Zalla). Proseguí mi ruta pero, a la vuelta, conté sobre la marcha los sapos que hallé atropellados y la cifra superó con creces mi estima inicial. Si bien, encontré algunos sapos dispersos a mi paso por Aranguren, es el trecho comprendido entre el polígono industrial de Arangoiti y la iglesia de Santa María de Güeñes el que se lleva la palma. Se trata de 900 metros de distancia entre las calles Arangoiti y Barretaguren en las que contabilicé hasta 22 sapos atropellados.

Parece evidente, incluso a ojos inexpertos, que se trata de un tramo crítico para el paso de anfibios, y me pregunto si no sería posible que la Diputación pusiera en marcha algún tipo de medida que evite esa escabechina.