En política es frecuente observar conductas inapropiadas, gestos obscenos y demás mala práxis, pero lo de José Bono y sus declaraciones de este fin de semana ya es de auténtica vergüenza.

Hay que ser muy miserable para llamar «intelectuálmente pobre» a Julio Anguita, cuando desgraciadamente ya no se encuentra entre nosotros y por consiguiente, no tiene la posibilidad de defenderse, que bien lo hubiera hecho sin duda y con maestría.

Usted, señor Bono, no entendería ni dispondría jamás de los valores que el de Córdoba era poseedor, una valía intelectual y sobre todo humana que su señoría y los de su misma especie no han conocido nunca. Somos muchos los que valoramos y admiramos la larga y honrada trayectoria de Julio, para que venga un sujeto como usted a despreciarla e insultarla.

Sabemos de sobra que le produce un gran desasosiego la coyuntura política actual, que vé con rabia el avance en derechos sociales y el mayor nivel de entendimiento entre el gobierno y las diferentes identidades nacionales. Seguramente padezca de ardores estomacales, al ver como existe un diálogo constructivo y una aportación sincera de los pueblos vasco y catalán en la gobernabilidad, siendo claramente decisorios.

Todo esto viene del gran legado de gente como Anguita, ellos sembraron lo que poco a poco parece ir llegando a esta todavía incompleta democracia. Sus enseñanzas iluminan el camino a seguir en la creación de un mundo más justo y solidario.

Los que hace bien poco participamos en el Foro Julio Anguita en Euskadi, gente tan diferente como Juan José Ibarretxe, Javier Madrazo, Arnaldo Otegi o Garbiñe Biurrun, reprobamos rotúndamente las hirientes palabras de José Bono y llamamos a mantener viva y presente la memoria de Julio. En ello andaremos, ¡seguimos Julio!