Covid cero
La prepotencia insolente del mundo al que pertenezco, ya que es imposible salirse, sólo queda como única posibilidad reflexionar respecto a los acontecimientos sin mayor voluntad que dejar constancia. Como era previsible la pandemia ha dejado de ser noticia para convertirse en una patología benigna, que por lo menos en el Principat, no dan las bajas laborales y como única contención es ponerse la mascarilla en el trabajo, para tomar algún medicamento que puede dañar la salud, sin saber si es productor del Covid persistente, que afecta a decenas de miles de personas, y ya te apañarás.
Resulta indecente no dar las gracias al Estado más poblado del planeta, que su misión es eliminar la enfermedad, que si siguiese el ejemplo de Europa, el virus se propagaría de forma exponencial con resultados desconocidos. Se le critica por confinar de forma estricta a millones de personas, y se resalta las lógicas deficiencias, que en estos casos es imposible que no suceda. También se saca a relucir que su sistema sanitario no tiene la robustez del continente, y que las vacunas suministradas en porcentajes algo menor no tienen la eficacia de las nuestras.
En fin, criticas ridículas cuando en un principio se fue a buscar las herramientas imprescindibles para proteger a los sanitarios del Estado, que ahora se censura con la coletilla de toda la miseria humana de los contrabandistas piratas monárquicos, y aristócratas, que pululan en el Estado podrido en el que pagamos impuestos. La pequeña mente occidental que aparte de ignorante es estúpida, desconoce que China, lleva una ventaja de varios miles de años, con una administración que era capaz de recaudar impuestos y controlar la producción agrícola para evitar las hambrunas correspondientes, mientras que por Europa solo contaban con los dedos.
No se es capaz de ir al meollo de la cuestión. La comunidad es lo que hay que salvar por principio, en la mente confuciana. En esta Europa de los fondos de inversión, lo único que hay que salvar es la rentabilidad económica. Son dos miradas contrapuestas una de las cuales quedará derrotada. La autosuficiencia es una necesidad imperiosa para poder hacer frente a los azares de la vida, como se ha podido comprobar. Lo único que queda en el Occidente sin futuro, es que ha vuelto la normalidad turística y las aglomeraciones por horas, en donde la borregada se concentra feliz y contenta.
Atentamente,