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Xabier Vila

Cuatro trenes para un viaje

En el trayecto Barcelona-Zaragoza (con destino Madrid) realizado en el «Tren R. Exprés 17501», que salió de la estación de Francia el domingo día 28 de mayo a las 8,43 h, los pasajeros sufrimos dos averías consecutivas que nos obligaron a cambiar de tren. La primera tuvo lugar entre las estaciones de Els Guiamets y Móra la Nova. La máquina, tras varios fuertes estruendos previos, se estropeó y paró en mitad de la vía por lo que hubimos de retroceder, no sin peligro de incendio o explosión, hasta un apeadero donde estuvimos aguardando otra unidad durante unas tres horas. Realizamos el correspondiente transbordo y a los pocos minutos de haber reiniciado la marcha el nuevo tren también se rompió, entre Móra la Nova y Ascó. Transcurrida una hora de espera, un tercer tren nos recogió, pero el transbordo fue más complejo y arriesgado pues estábamos en plena vía y había pasajeros de toda condición (ancianos, discapacitados, niños, mujeres embarazadas…), a los que resultaba complicado descender y ascender a los convoyes. Finalmente, arribamos a Zaragoza a las 18,20 h, cuando la llegada estaba prevista a las 14,06; es decir, con más de cuatro horas de retraso. A los pasajeros que continuábamos hacia Madrid la compañía nos reubicó en un cuarto tren, en este caso el AVE, para tratar de recuperar el máximo tiempo posible.

De esta desafortunada experiencia querría destacar las atenciones del personal de a bordo, principalmente la ayuda facilitada por el interventor, cuyo nombre desconozco, prestándonos auxilio e informándonos en todo momento del resultado de las gestiones para rescatarnos. En contraposición, lo indignante es la situación depauperada en que Renfe tiene sus trenes no estrella y la falta de consideración hacia los viajeros con menos recursos económicos, que son quienes utilizan las líneas tradicionales. Las labores de mantenimiento no existen en absoluto o son mínimas. Decir que su estado es tercermundista es decir poco: los baños apestosos, con puertas que no se abren o no se cierran, los asientos sucios y deteriorados, y las locomotoras sin pasar las oportunas revisiones.

Que te devuelvan el importe del billete por el retraso excesivo no compensa las penalidades sufridas ni los perjuicios ocasionados, pues los usuarios del ferrocarril lo que queremos es tener un viaje agradable y llegar a nuestro destino sanos, salvos y a la hora programada.

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