De amores y violencias
Cuando, ya entradito en años y con todas tus limitaciones, te atreves a mirar hacia atrás, puede pasar cualquier cosa. Desde luego yo me quedo admirado sí, pero pasmado también, al contemplar la evolución de la Humanidad, por ejemplo, a lo largo de los últimos ochenta años, en los que me ha tocado patear por este santo mundo.
La evolución tecnológica ha sido impresionante y sigue avanzando a velocidad de vértigo, en todas direcciones. Yo, como analfabeto a la hora de acercarme a las nuevas tecnologías, me quedo maravillado oyendo hablar de lo que se puede hacer con un móvil de última generación, con un drone, etc. También viendo los progresos en los viajes espaciales, o en la fabricación de vehículos de trasporte por tierra, mar y aire, o en la proliferación de armas de destrucción masiva, o en el salto a la energía verde, etc. Por supuesto, sin olvidarme de todos los descubrimientos, por ejemplo, en el campo de la biología y la medicina.
¿Pero qué nos pasa a las personas? ¿Por qué, al caminar hacia una anhelada auto-realización humana, tanto en el seno de las iglesias como fuera de ellas, nos empeñamos en dar unos cuantos pasitos para adelante y otros tantos para atrás? ¿Cómo explicar la guerra de Ucrania, en el corazón de Europa, sin haber acabado aún con los últimos coletazos de una mortífera pandemia? ¿Será posible que nos hayamos olvidado tan pronto de la última guerra mundial?
Sigo con más preguntas. ¿Dónde quedan esos grandes valores que nos ayudan a salir del agujero, para intentar poner algún parche a tanta miseria humana? Valores como la bondad, en el sentido de simpatía y empatía para con los demás; la belleza, con su carga de alegría y armonía; la verdad anclada en el conocimiento... Se trata de valores que están en el inconsciente colectivo de muchas personas, distintas y de diversos caminos culturales, pero con las mismas intuiciones. ¿Por qué quedan casi siempre en un segundo plano? ¿No va siendo hora de ir acabando con tantos amores descarrilados, muy mediáticos ellos, que nos traen toda clase de violencias? Violencia patriótica, económica, de género, vicaria... Termino con un abrazo a ese ejército de personas capaces de saborear el placer, al que yo llamo samaritano, tratando de ayudar a tanta buena gente vapuleada por maldad, la horrible miseria, la mentira… Estos sí que saben de amores.
Un saludo.