Gerardo Hernández Zorroza

De «fracturas sociales» e hipocresía

Como todos los humanos cometo errores y me cuesta aprender de ellos. Dicho esto, diré que, en general, nos comportamos de forma bastante tonta e hipócrita, pues no solo ocultamos nuestros errores a los demás, sino incluso pretendemos hacerlo a nosotros mismos.

No somos así conscientes de la función del error, que no es fastidiarnos, sino ayudarnos a ser más lúcidos y mejores. En nuestra ilusión hipócrita, además, pensamos que podemos boicotearnos y echar tierra sobre nuestros errores sin antes analizarlos y comprenderlos. Pero la conciencia no duerme, permanece activa, aunque a nivel subconsciente. Y si seguimos ignorando el error, grita más fuerte e, incluso, da lugar a síntomas físicos, enfermedad y sufrimiento. Romper esta rueda de errores no reconocidos y sufrimiento, precisa de arrojo y de no dejarse llevar sin reflexión por una corriente habitualmente manipulada, acostumbrada a juzgar fuera lo que no ve en sí mismo, dentro.

En el summum de la estupidez, y para evitar estropear la «feliz convivencia», se propone no dejar entrar a algunos, ya juzgados y condenados sin perdón posible por una parte de la «masa» social, no fuera que, se amenaza a la otra parte, se llegue a producir una «fractura social». Quede muy claro aquí que, esta reflexión, no se aplica a casos de delito.

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