En un día como hoy, quiero acordarme de todos los padres que están padeciendo la inaplacable crisis económica y sus nefastas consecuencias. Aquellos hombres que un día decidieron formar una familia, apoyándose en la confianza y seguridad que les daba el tener un puesto de trabajo y un sustento mínimamente garantizados, para encontrarse hoy en una situación de desamparo absoluto. El tener hijos es un acto de responsabilidad, aunque hoy en día ya diríamos que hasta de valor..., pero los padres que dimos ese paso en su día, lo hicimos sin saber que el Estado, en su actual ruinosa configuración, arrastraría tras de sí a millones de trabajadores y a sus familias.

La falta de capacidad, de honradez o de mínimas aptitudes de innumerables gobernantes, han propiciado o permitido que se suceda una cadena de desafortunadas decisiones económicas y financieras, que han llevado a que miles de padres (al igual que de madres) estén hoy en día sin oficio ni beneficio. A todos estos padres de familia, en este día, quiero decirles que mucho ánimo. Que no se hundan, ni se desanimen. Cada vez es más obvio que no hay recetas milagrosas para salir de ésta, pero sí que hay una para mantener a la familia unida en los momentos difíciles, y es el cariño y el amor. Que esta crisis laboral y económica, que tan a prueba nos está poniendo, no se lleve por delante lo más preciado que tenemos, nuestra familia.

Es bueno recordar, que no hace falta ser millonario para dejar a los hijos la herencia más rica. Ellas y ellos nos ven ahora y, según su edad, son conscientes de la prueba de valor o de superación que estamos atravesando. Para un hijo no hay mejor fuente de aprendizaje que el ejemplo de sus progenitores y es mucho lo que podemos enseñarles estos días.