Iñaki Albisu

Doneztia

Muchas de las veces que se escribe o comenta algo en la prensa suele ser, no diré, en sentido negativo, pero sí en muchos casos con una cierta preocupación, crítica etc.

Por el contrario lo que quisiera decir hoy, seria en tono absolutamente positivo, es más, de felicitación, porque creo que estamos ante un hecho o una obra acertadísimos.

Me refiero a lo que se ha concebido y planteado para Donostia y que denominare proyecto «bahía-isla-faro».

Lo llamaría así porque creo que esto es su más esencial contenido, ya que estamos ante una obra que debe enmarcarse en lo que se ha denominado el arte del paisaje o land art y que por lo tanto tendría su objetivo en una cierta «revalorización» de ese paisaje.

Pero es que además estamos hablando de una «revalorización» muy especial ya que se realizaría sin nada, sin cambiar nada, sin tocar nada la realidad física de ese paisaje.

¿Cómo puede ser esto así?

Evidentemente, es porque tal y como señala Javier Maderuelo, «el paisaje es un constructo, una elaboración mental que realizamos a partir de ‘lo que se ve’ al contemplar un territorio».

Estamos pues sí ahora ante un autentico arte del silencio, nada se modificara «físicamente» en la bahía, pero esta quedara transformada, de hecho ya se ha transformado.

Pero es que además esta transformación no deja de ser una cierta «trascendentalización» en el sentido en que aludía Mircea Eliade en su famosísimo texto, "Lo sagrado y lo profano".

«Constatamos en ocasiones, que es posible la percepción de algo diferente a la mera cotidianeidad que denominamos lo profano. Esa es la dimensión de lo sagrado, es decir, una hierofanía, algo sagrado que se nos muestra. Se trata siempre de un acto misterioso, la manifestación de algo completamente diferente, de una realidad que no pertenece a nuestro mundo, en objetos que forman parte integrante de nuestro mundo natural o profano».

De esta manera Donostia va haciendo honor a lo que probablemente es su verdadero nombre, Doneztia, es decir, la Ciudad Sagrada.

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