Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

Efemérides incómodas que conviene ocultar

Los días 6 y 8 de agosto de 1945 la USAF lanzó dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki causando un número de víctimas que fue celebrado como el record en las «democracias aliadas» que luchaban contra el fanatismo del Eje. Sólo han aparecido en los medios breves reseñas interiores anecdóticas. Ya ni siquiera se celebra el acto protocolario en recuerdo de aquella gesta que supuso el fin de la guerra y que Truman presentó orgulloso como la contribución de EEUU a la paz quebrada por Alemania, Japón e Italia. Era la materialización de la venganza por la humillación en Pearl Harbor. Algo que viene en los manuales de guerra: responder con represalias como hicieron los gringos ante la humillación que les inflingió el bombardeo y demolición de las World Tade Center y el Pentágono. Los platos rotos de aquella humillación la pagó Irak a la que arrasaron con la disculpa de poseer «weapons of mass destruction» (WMD en su jerga aséptica). Fue irrelevante que se demostrara que no existían, pero lo pagó Saddam Hussein con su vida. Las consecuencias se han extendido en el tiempo, pues Irak, de ser un ejemplo de orden y progreso entre los países de Oriente se ha convertido en un avispero en el que luchan las potencias mundiales, porque la razón oculta es que Irak está sobre un mar de petróleo. Así de prosaica es la realidad de las relaciones diplomáticas internacionales. Ahora el mundo tiene la esperanza de que Trump logre la paz mediante su proverbial prudencia y le hayan explicado las experiencias sucesivas del imperio que fue humillados en Corea, salir de Vietnam con el rabo entre las patas y medio millón de ataudes. Tienen abiertos frentes en Corea del Norte, Afganistán, Pakistan, Irak y Siria y está provocando a Iran. USA, como exige el manual del Imperio, invade países, pero huye y deja empantanados gobiernos cipayos si lo exige el guión. Apuestan por Israel, pues es el portaviones permanente en medio de las fuentes del petróleo. Los hebreos en EEUU constituyen los lobbies que detentan el poder real, pues mientras sus hermanos sufrían el «Endlösung» de Hitler, eran los asesores de Roosevelt.

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