Pedro Mari Usandizaga Añorga

El coronavirus

El coronavirus es un problema real de origen chino, pero su repercusión histérica en el oasis del chalé adosado se antoja demostrativa de las sociedades inmaduras y psicóticas que representamos los occidentales. De hecho, la gravedad del coronavirus «aquí» no radica en la enfermedad sino en la percepción de la enfermedad, motivo por el cual los gobiernos no combaten la epidemia, sino que promueven medidas escénicas para resarcirse de la angustia social.

El facultativo, Li Wenliang, oftalmólogo, de 34 años, dio positivo el pasado 1 de febrero tras contagiarse, según ha explicado la CNN, después de que tratara sin saberlo a un paciente con el infectado, ha muerto víctima del «coronavirus», según informa The Guardian. Su nombre es poco conocido, pero su historia había dado ya la vuelta al mundo: se había convertido en un símbolo en China por ser uno de los primeros médicos que se atrevió a alertar sobre este letal virus, por lo que fue reprendido por las autoridades policiales que le acusaron de difamación.

La coincidencia entre el Brexit y la epidemia del coronavirus se antoja un escarmiento sarcástico que malogra el abatimiento de fronteras. El «virus chino» se extiende por el planeta Tierra al mismo tiempo que el Reino Unido se recrea en la ruptura con Europa y se vanagloria del aislamiento

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