Rafa Gonzalez Merino, Irun

El INSS y sus inspectores de acero

Esta nota va dirigida al INSS como institución, pero tira a dar en la línea de flotación de sus inhumanos inspectores de acero, de corazones rotos y miradas de témpano.

Me llegará el turno de conocerles en Gipuzkoa, ya tengo algunos de los peores nombres y también el peor de todos, una inspectora, médico, juez a lo que sea.

Entiendo también la desconfianza, no nos conocemos, no sabemos cómo somos. Yo también tengo lo mío, desde mi actividad en el mundo asegurador, siempre con la trampa y la picaresca tan típica en nosotros. Y por eso pagamos el pato justos por pecadores.

Pero lo que no entiendo es como presentando informes médicos, con pruebas médicas que determinan el daño o la enfermedad, se facilita como tope el año de baja, con suerte una prórroga de seis meses más, pudiendo llamarte en cualquier momento los inspectores de acero, que llegando a esa sala se curan todos los enfermos. Es maravilloso. Un año de espera sin resultados buenos ni esperanzadores y con diez minutos en la sala ya estamos todo sanos como una manzana para ir a trabajar al día siguiente, y yo me pregunto, ¿por qué no nos llaman a los tres meses y nos curan más rápido?

Señores del INSS, señores y señora inspectores de acero, ustedes son de la misma materia que nosotros, den un trato digno a los enfermos, no insulten, no humillen, cualquier día les tocará a ustedes con la salvedad que estarán sus amigos, pero, sobre todo, sean respetuosos. Nosotros no queremos ver su cara, solo que nos den soluciones a nuestras enfermedades e intenten curarnos si existe esa posibilidad. Y por último, ustedes tampoco pueden hacer trampas.

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