Javier Orcajada del Castillo

El lazarillo de Tormes, imagen de España en el mundo

No hemos sabido honrar los valores que aporta este personaje mítico a la cultura universal. Es el compendio de virtudes y señorío de los ilustres del pueblo español que con la cruz y la espada difundió la fe en el mundo pagano, creó un imperio y engañó a los indios cambiando su oro por trozos de espejos rotos. Fue el difusor de virtudes y méritos de nuestros reyes, militares, cardenales, papas, descubridores, empresarios, intelectuales y santos y el dique de contención del comunismo ateo. Iluminó a San Agustín cuando meditaba sobre el misterio de la Trinidad interrogando a un niño; le respondió que es más difícil de entender que meter todo el agua del mar en un agujero en la arena de la playa. O que Sánchez diga la verdad. Citaremos a algunos ilustres que son testimonio de la picardía que simboliza el Lazarillo. Juan Carlos I, el rey de la noche y la juerga. Felipe González, el Señor X, fundador del GAL, celoso de la popularidad de Sánchez. José Mari Aznar, el hierático estratega al que Bush invito en su Rancho en Texas hablando en mexicano. Florentino Pérez, el mago que ha convertido al Real Madrid en el nuevo imperio que perdimos en Trafalgar. El cardenal Rouco Varela: mantuvo la fe del pueblo español a pesar de los enemigos ateos y comunistas que envidiaban nuestra fe. Pedro Sánchez, el campeón de los juegos de manos que ha cautivado a los catalanes para el voto en la investidura a cambio de la amnistía a los que organizaron el referéndum del 1-O. Tiene revuelto el gallinero del PP y Vox, que vigilados por los militares y apoyados por el CGPJ le pueden aguar la fiesta. No se olvide que apoyó a Rajoy para aplicarles el 155. Rubial: Presidente de la RFEF que en su éxtasis por el triunfo mundial de la selección femenina de futbol lo celebró dando en público un «piko» a una jugadora que le ha costado el cargo. IDA, presidenta de la Comunidad de Madrid, que va a sustituir a Feijóo, otro ilustre que cada vez que habla sube el pan. Y el Lazarillo de Tormes sonriendo, agujereando sus carteras.

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