Xabier Vila-Coia

El prejuicio progresista

Albert Einstein afirmaba que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Por eso no debemos creer que los prejuicios son cosa del pasado; antes al contrario, cada época (también la actual) genera, difunde e inculca los suyos propios. Y el que predomina en nuestros días es el prejuicio progresista.

El prejuicio progresista consiste en considerar a las mujeres, negros, obreros, pobres, inmigrantes, niños, etcétera; es decir, a los débiles (?), marginados y discriminados, por el mero hecho de serlo, mejores personas, y más honestas, que cualesquiera otras que no pertenezcan a ninguno de estos grupos sociales. Como si no hubiera niños, inmigrantes, pobres, obreros, negros y mujeres maltratadores, maldicientes, chivatos, traidores, asesinos, envidiosos, hipócritas, ladrones, abusadores…, con quienes son más débiles, marginados o discriminados que ellos.

El filósofo francés Emil Cioran lo expresó de la siguiente forma: «Bajo cualquier circunstancia debe uno ponerse del lado de los oprimidos, incluso cuando van errados, pero sin perder de vista que están amasados con el mismo barro que sus opresores».

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