Juan Cruz Lara Jiménez

El señor y el toro

Ahí anda asomando el toro, entre la pica y la barrera, porque al señor alcalde se le ha antojado. Y si no detiene este despropósito, me temo que a todos tendrán que ponernos el apósito. No es asunto baladí que quiera sanear la plaza, pero es inmisericorde en estos tiempos de pandemia, que entre tanto enfermo y tanto ingreso, parece no haberse enterado que nos estamos quedando tiesos. Y la señora esporrín, que va echándole el capote para que la feria salga adelante, tampoco se ha enterado que la cosa está candente, y aunque todo esté caliente, no le importa un pimiento que la gente grite y patalee a los cuatro vientos: que estos no son buenos momentos. Mientras tengan la batuta de mando hacen lo que les da la gana y saltan por encima del ciudadano dándole una estocada y un buen mandoble. Y entre estocada y estocada nos compone siempre la misma balada. No se cansa el señor alcalde de dar chanza a este asunto de la corrida y seguirá insistiendo hasta que acabemos muriendo, pues en vez de haber tardes de toros, vamos a tener amaneceres de virus.

Ni San Jacobo ni San pancracio ni San Fermin. Este virus no entiende de santos y mucho menos de toros. Que dice el señor alcalde y haciendo referencia a sanidad, poco más o menos, que con una buena mascarilla se puede aguantar bien la muletilla. Excelentísimo señor de las tierras de Pamplona, vuesa merced está incitando, no al toro, sino a los zagales, pues qué más quieren estos que empinar la bota. Debería usted saber que no es ningún zagal, pero se comporta como tal, pues tiene más ganas de emplear su tiempo en una buena corrida, que en trabajar para la platea. Ande usted señor alcalde, no sea zascandil y devuelva el toro al redil.

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