Jon Odriozola, Barakaldo

Eliminar al Real Madrid es delito

Digo eliminar, no ganar, pues el Chelsea le ganó. Cuando parece que está KO, surge algún fenómeno físico-químico estratosférico: escándalo arbitral, sobre todo. A eso le llama la metafísica feérica madridista «magia», «épica». El caso es que, si vienen mal dadas, siempre pasa algo, se rasga el velo del Templo, resucitan los muertos («el espíritu de Juan Gómez, Juanito»), el Apocalipsis, la anagnórisis y la apocatástasis, que diría un zoilo homeromástix perlocativamente.

Cuando del Madrid se trata, siempre se habla de un «club» –más que de un equipo– «señor», «noble», «caballero», virtudes que no dudamos atesora, pero términos inequívocamente feudales donde domina el Señor feudal: el Real Madrid, personificado en sus presidentes con sus torres de homenaje (el palco) cual majestades y margraves. El resto son vasallos, incluida la prensa forofa adicta. El fútbol inglés, digamos, es más «industrial», menos feudovasallático, más democrático, si no te elimina el Chelsea, lo hace un Manchester, o el Liverpool, incluso el Nottingham Forest ganó dos veces la Copa de Europa (antes de ser Champion). Bueno, ellos lo inventaron al calor de las masas laboriosas y obreras.

En efecto: eliminar al Madrid es un delito en el Planeta Fútbol. Te convierte en villano, en delincuente, en profanador, está mal visto, es inelegante y poco yeyé.

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