Javier Orcajada del Castillo

Fiscales españoles y yankees

La figura tradicional de los fiscales en España ha sido motivo de críticas por su dependencia del ejecutivo, no obstante siempre han alardeado de independientes. Pero los recientes acontecimientos en los que están implicados ha dado a ese estamento un tono que ni siquiera se guardan las formas. Se ha convertido en sainete que hace las delicias de los que les gusta el género que tanto éxito dio Arniches. Es de recordar la actuación del Fiscal Horrach, quien en su misión actuó de facto de abogado defensor de la hermana del rey en el Caso Nóos, cambiando de la noche a la mañana su intención de encarcelar a su marido Urdangarín. El nuevo fiscal general destituye al de Murcia por rechazar el cumplimiento de sus instrucciones y no imputar al presidente de esa Comunidad al que el juez había llamado a declarar. A la anterior fiscal general no se le renovó en su cargo porque rechazó las órdenes del ministro de justicia. El fiscal del País Vasco no se atreve a exigir que se persone el fiscal de Gipuzkoa en una causa porque argumenta que no puede inmiscuirse el las funciones de un inferior suyo. Parece que ignora el principio de jerarquía que opera en la fiscalía. Sus colegas de profesión han emitido una nota de protesta en defensa del destituido como reacción corporativa muy propia de jueces y fiscales. Son los casos más sonados. Ya es de dominio público el desprestigio que acumula en España la institución. En los EEUU varios jueces y fiscales se han enfrentado al nuevo presidente Trump porque ha ordenado impedir la entrada en el país a todos los emigrantes de origen árabe o hispanos. Hay que tener en cuenta que Trump está llevando a cabo una limpieza xenófoba tan descerebrada, que todo el mundo sonreía pensando que todos sus planes serán irrealizables, dado el riesgo de motines y tener que sacar la tropa para mantener el orden público. La campaña para desacreditar a jueces y fiscales en la televisión y por medio de Internet es la propia de un ignorante, pero ha tenido que revocar las órdenes de expulsión de millones de emigrantes. En ese estado de cosas, la justicia se ha impuesto a la demagogia más agresiva, lo que demuestra que en democracia las instituciones están para defender las leyes contra el que las quiere burlar. Es una lección que deberían aprender los fiscales españoles: en USA ser fiscal o juez tiene riesgos porque saben que el valor supremo es la justicia. En España los fiscales deben tener próximo el teléfono en espera de instrucciones de la superioridad, pues aquí el principio es la obediencia, no la defensa de los ciudadanos por medio de las leyes.

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