El Eros y el Tánatos de los filósofos griegos, recogidos también por el psicoanálisis de Freud, son dos impulsos que nos mueven a todos, bien hacia la creación y vida, o hacia la destrucción y muerte. Avisaba Freud hace un siglo de que el Tánatos, o pulsión de muerte, es aún más fuerte que el Eros, esa pulsión de vida o fuerza sexual que poseemos.

Como hace mucho que no conocíamos en este país guerra, destrucción y muerte, y dado que no estamos acertando a dar cauce a nuestra sexualidad creativa (no confundir sólo con follar), huérfanos como estamos de ideas en política y sin entender bien por dónde se nos va la vida y el porqué estamos acercándonos a la muerte de nuestro tipo de sociedad, me atrevo a proponer a quien se anime, a no callar y, en su gremio, rebelarse y poner el dedo en la llaga, en lo relevante, antes de que la realidad colectiva, dominada por intereses espúreos y por la inconsciencia se nos vaya al carajo. Hay que salir cada día de las catacumbas y hacer frente, sin reparos, a esa la marabunta estúpida que parece no tener límites y que ha llevado la situación a que estén sonando ya todas las alarmas.