Alfonso Jesús Olaz, Iruñea

¡Jesús de Nazaret, confío en ti!

A pesar de estar muchas veces cansado y agobiado.
A pesar de no entender esta vida y lo que le sustenta.
Aun cuando las situaciones injustas y los dolores de parto.

¡Confía y confía!

Aunque no pudiera ya caminar
Y mis ojos no pudieran ver.
Y mi garganta no pudiera cantar.
Y estuviera desahuciado
Y perdido en los confines de la tierra.
Y humillado y enfermo
Y Maltratado
Y solo.

A pesar de todo esto: confío en ti.

Tú ahora estas con más fuerza en mí y me bendices
y me has enseñado a confiar, me has mostrado otra vez tu rostro y me has enseñado a no preocuparme por tonterías.

Y me has contagiado con tu sonrisa y has arrancado de mí
la risa, porque te oigo reír y me dices muy claro al oído.
¡Confía en ti, confía en mí!

Tu hija la madre tierra sufre también dolores de parto, pero ¡con qué confianza y humildad abaten las ramas tus grandes árboles y la arboleda!

Y no es cierto que después de la noche oscura, el sol sale con muchas ganas, con más fuerza, confianza y alegría.

Las aves tienen todo lo que necesitan, tú las cuidas y alimentas y te dan gloria y alabanza con su vuelo y sus cantos.

Toda la creación confía en ti
hasta la hermana hormiga tiene su sentido, que trabaja, y así te alaba para que nosotros nos fijemos en ella.

Todo tiene su sentido en el mundo de Jesús
Y su armonía en el dolor de parto de la humanidad
Y su música siempre precisa y acompasada en este mundo hostil que hemos creado

¡Y a pesar de eso y por eso
Tú nos has regalado la creencia y la querencia que se llama confianza!
Y la hermana confianza tiene un espacio reservado en el corazón del hombre, para que camine protegido por la sonrisa y la alegría de Jesús.

Para que vivas de la confianza, sin confiar en nada
y confiando en el andar con la capa del peregrino de Jesús y el bastón de su sabiduría y misericordia.

No te maltrates por tonterías
No vivas por tus ideas.
No te agobies con tus planes.
Que todo es relativo, excepto Jesús y su misericordia
Jesús y sus pobres.

Atrévete a vestirte y a Vivir en la confianza, que es sencilla, clara y no agobia, ni pesa.

Jesús vivió en la absoluta confianza y jamás la defraudó
por eso siempre estuvo sonriente y hasta a la hermana muerte le hizo un guiño y la ganó para él y para
todos nosotros, porque tenía a pesar de todo... ¡Confianza!

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