La bicicleta
Vivimos rodeados de percepciones y eufemismos, sobre todo la izquierda neoyorquina, que es la exportadora de esta mercancía cuyo aroma es de putrefacción, y conforma toda una ideología tramposa, e insoportable. El marketing es el pensamiento que quiere generar verdad. Jamás en el devenir histórico, incluido los pueblos de tradición oral, se ha vivido tan a espaldas de la verdad. Ni tan siquiera se molestan en intentar acercarse a ella, con la invención de una gran cantidad de tribus que se están fabricando. Leo con estupefacción un reportaje a doble página de las mal llamadas bicicletas eléctricas, en un diario del Frente Popular, francés. En principio una bicicleta es: cuerpo y alma. Si hay un motor, aunque sea de cuerda, no es una bicicleta, es un vehículo motorizado. Naturalmente, el reportaje se centra en las personas que tienen una edad, que están más cerca del paraíso, que del infierno en el que habitamos. Todo lo que se ofrece por los medios de comunicación no consiste en informar, sino en vender productos. En el caso que comento, consiste en poner al mercado artefactos motorizados a personas viejas. Lo que es indigno es hacer creer que están haciendo deporte con semejantes vehículos. Cuando uno se saca la dentadura postiza cien veces, por minuto, hace más ejercicio que con estos artefactos malignos. La bicicleta, esta máquina maravillosa que no necesitó la IA, como el parapente, que tiene la capacidad de elevarse y poderse desplazar por el aire, aprovechando lo que ofrece la naturaleza. Todo lo que no sea esto, se está prostituyendo dos inventos prodigiosos. Ahora, los que han practicado deporte toda la vida, de forma secreta y sin espavientos, cada vez más en las rutas que solo ellos conocían, se encuentran con gentes que utilizan estos vehículos motorizados, que no tienen ni idea de lo que representa conducir un vehículo de dos ruedas. Aparte de saturar el paso, parando para hacer fotos, en cualquier curva, generan un peligro que los culos sentados, no son capaces de percibir. Cualquier deportista que está practicando la disciplina, no se le ocurre parar para contemplar el panorama, o hacerse fotos que solo los idiotas hacen. La palabra deporte, se ha difuminado y solo existe para los que les cuesta dinero practicarlo. Si hay remuneración, no es deporte, es espectáculo circense.
Atentamente.