Olga Santisteban Otegui

La cultura de violación

Acabadas y «celebradas» las manifestaciones y declaraciones varias del 25N, en donde feminismo en particular y la clase política en general no estuvo quizás muy «afortunada» a la hora de hacer un frente común contra el machismo y violencia de género. La negación (de algunos) de nuestros derechos más comunes, en un clima de absoluta polarización y confrontación nos dice, el largo camino que todavía nos queda por recorrer. La «cosa» empezó ya ha «animarse» ha cuenta de una «famosa» ley que con sus logros y desde luego con algún desacierto, puso en el disparadero ha cierta Ministra, pero a su vez con un consejo de ministros detrás (órgano colegiado creo) y los diputados y diputadas que lo avalaron con sus votos. La escalada verbal que llego después (insultos descalificaciones o alusiones denigrantes) en el Hemiciclo del Congreso, no pasaran seguro a la historia del parlamentarismo, que si yo elevo el tono, el «vecino» mucho mas. La guinda que remato todo este despropósito (a la mayor gloria, de ciertas campañas que supuestamente prevenían la violencia de género con mallas y de copas por la noche, cuidadin venían ha decirnos).

La intervención de la Ministra «afeando» a los creadores de tales «engendros» como consentidores de una Cultura de la Violación y sin quitarle ningún ápice de verdad, tampoco abundo en la cortesía parlamentaria. Porque existe la Cultura de la Violación. ONU Mujeres así lo reconoce y se sigue consintiendo, en multitud de situaciones. Se culpabiliza a las víctimas y no sus agresores de los ataques u otros delitos de la misma índole, de su forma de vestir o que lo estaba pidiendo, con las ayuditas en ocasiones, de algún que otro medio de comunicación. Lo recordaremos para siguientes campañas.

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