Javier Orcajada del Castillo

La cultura económica popular

Como en tantos aspectos del conocimiento, el español está considerado como uno de los pueblos de más bajo nivel de en temas económicos, lo que hace que sea presa fácil de las astucias de los bancos abusando de su ignorancia y obteniendo beneficios siderales a pesar de la crisis y ser rescatados con fondos precisamente de quienes son las víctimas de sus trapacerías. Preferentes, subprime, comisiones ilegales, gastos de hipoteca cargados indebidamente a los clientes. Al español le chifla el amiguismo y alardea de ser «íntimo del director del banco» o que «su hijo, economista, trabaja en el banco» aunque no diga de botones. En sus conversaciones, como catedráticos, se les llena la boca criticando a De Guindos o a Montoro. Alardean de exquisitos porque «el dinero envilece», de lo que se aprovechan los bancos, cuyo objetivo es ganar dinero, no cultivar amistades. Los banqueros han divulgado una mentalidad de que los asuntos relacionados con las finanzas son muy complejos y que ellos son los que saben. Esa fe del carbonero en ellos depositada ha arruinado a los ingenuos que se declaran ignorantes a pesar de los esfuerzos para ahorrarlo. Acude al banco temeroso agradeciendo servilmente al director que le ofrezca algún chollo. Quizá lleva toda la vida siendo engañado y el ingenuo no se atreve a pedirle explicaciones por si se ofenderle. Lo curioso es que de las facultades de económicas salen miles de licenciados que tienen un nivel de conocimientos prácticos elementales, aunque rebosantes de teorías exotéricas de premios Nobel, que hace suponer que las ciencias que se imparte en esas facultades no les capacita para entender ni denunciar las periódicas triquiñuelas de alto riesgo que los bancos manipulan con publicidad masiva. El origen está en los deficientes planes de enseñanza y porque los profesores son excesivamente teóricos. Crean mentalidades conservadoras sin el sentido de la eficacia, pues los economistas se limitan a llevar contabilidad, hacer equilibrios para pagar la nómina a fin de mes o trucar las liquidaciones de impuestos. Creen que la prospectiva es jugar a acertar ell futuro y los directivos suelen tener perfiles técnicos y no la manejan. Si se les presenta un análisis sobre expectativas del futuro responde irónico que el «futuro está escrito en las estrellas». Y ese es el motivo de que las crisis en España sean tan profundas y prolongadas.

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