La «fe» de la iglesia
Según fuentes apócrifas, Jesús entendía la fe (pistis) como algo que tiene crédito, que resulta plenamente confiable, sin embargo la Iglesia ha reducido este concepto a un simple «creer en lo que no vemos».
Los procesos del iniciado y del creyente son diametralmente opuestos. El primero está en continuo proceso de aprendizaje (el autoconocimiento es su prioridad absoluta), se abre y experimenta hasta encontrar su propia guía que aferrarse; el creyente, sin embargo, es obligado por su fe, está cerrado por su creencia, y a menudo no entiende y se siente confundido porque lo que siente no encaja con lo que le dicen.
El iniciado parte de no saber y experimenta la vida como un camino de autoconocimiento, cuestionándose siempre a sí mismo y apostando por la verdad más confiable para su resultado último de crecer en consciencia. Nunca cede su guía a terceros sin cuestionarlos, como hace consigo mismo. Por contra, el creyente somete su criterio al de quienes dicen saber y controlan su Iglesia.
Para el iniciado la divinidad es como una semilla, que está en todos y se expande de dentro a fuera y nos interconecta, que evoluciona desde nuestro estado más humano hacia otro más puro, elevado: divino.
PD: Conste aquí que no estoy juzgando la labor ni buena voluntad de los sacerdotes.