Enric Vivanco Fontquerni, Barcelona

La fiesta útil

Vivimos en un mundo insoportable, repleto de mentiras, falsedades, discursos cínicos, que la población participa de forma entusiasta. El discurso de Macron, a los jugadores y al dueño del PSG, fue un compendio de hipocresía, y un intento para beneficiarse de su imagen al lado de los seguidores del equipo. La mención a los fallecidos y heridos por parte de la policía, fue un recurso que utilizó para pasar página y centrarse en una fiesta interminable llena de los tópicos más tronados. La fiesta, la alegría hueca de contenido, que es la única que existe, ya que jamás se está satisfecho con lo que se tiene, o se consigue, ya que nuestro modelo civilizacional, es un puro detritus inservible. La mirada que tiene mi maestro el antropólogo Manuel Delgado, sobre la fiesta en la que siempre he discrepado de su interpretación, que considera la fiesta como un germen revolucionario, en cambio, no tengo duda que es todo lo contrario, es el encaje de toda este sistema que lo consolida, y que se está trasformando en un monstruo global. Si hubiese un mínimo de humanidad, no se hubiese celebrado, las muertes ya no tienen ningún valor, los desórdenes cuyo único objetivo es la diversión macabra, de adocenados por el sistema, que son el cemento que constantemente se va añadiendo a una estructura rellena de muertos por todo el planeta. Una masa disciplinada dirigida por esta corte de millonarios que forman parte del espectáculo deportivo, en donde la corrupción pulula en diversas versiones, como la compra de árbitros, emparejamientos de los equipos al gusto de los patrocinadores, con un periodismo deportivo, que es la cumbre de la falsedad por antonomasia. La fiesta se tenía que celebrar, ya que el marketing publicitario de las empresas que patrocinan todo este negocio de estafa lo necesita, como vender camisetas que no es otra cosa que vender los productos de las empresas patrocinadoras, y dar alimento a toda esta fauna de compradores, y viajeros compulsivos, estos seres trasformados en anuncios, que su alegría es el cementerio de un mundo digno. Porque se tiene que hacer un despliegue de miles de policías, previos y posterior, a los partidos de competición del espectáculo deportivo, ya que esto no es deporte, es su prostitución infinita de lo que es el deporte que no aporta nada de valor a la cualidad humana, todo lo contrario da alimento a las bestias estúpidas para alimentarse. Francia, un Estado que te llama antisemita, por criticar a un invento como es el Estado de Israel. En un mismo informativo puedes presenciar a los idiotas celebrando una competición trucada, con niños hambrientos sin padres, o amputados, cuando este mismo Estado, colabora en todo este asesinato masivo de población, con un presidente abofeteado por su maestra en literatura, por no estudiar la lección correspondiente. Macron, escribe: París, capital de Europa, por conseguir un título de una multinacional del fútbol, como es la nefasta Qatar. Se habla de la hija fallecida por enfermedad del entrenador, con el despliegue de una pancarta gigante, para la lágrima fácil, y los muertos anónimos se olvidan en la celebración de semejante carnaval sangriento. Si hubiese un mínimo de dignidad humana algo que no existe, ya que la presión económica impide suspender semejante celebración, la misma población se debería avergonzar por participar en ella. Por esto lo que sucede en Gaza, es posible.

Atentamente.

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