Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

La justicia dignifica, la caridad humilla

En su visita a Italia, la Relatora de la ONU para el Derecho a la Alimentación pone de manifiesto que existen muchas personas dependientes de organizaciones benéficas para ser alimentadas. Afirma que «el Gobierno italiano debería entender que la caridad alimentaria no debe confundirse con el derecho a la alimentación». Es un mensaje para despertar las conciencias de los bien pensantes que es manipulada por las instituciones oficiales, por las de caridad tanto laicas como religiosas que promueven campañas publicitarias agresivas de captación de fondos explotando la sensibilidad e instintos caritativos de la ciudadanía y que le impiden reflexionar críticamente para distinguir entre el derecho como seres humanos y la caridad, pues esta responde a sentimientos de cada persona según su estado de ánimo o de su personalidad.

Los derechos sociales deben ser satisfechos por las instituciones cuya misión es administrar recursos públicos, sin que tenga nada que ver la solidaridad de cada persona. Esa mezcla de derechos y sentimientos de solidaridad es lo que potencia la acción bien intencionada de infinidad de ONGs que desarrollan campañas de captación de recursos explotando a veces el sentido innato de su solidaridad y que confunden la caridad con paternalismo.

Esas organizaciones sustituyen en su misión a las instituciones públicas que por estatutos se deben cubrir las necesidades de los que carecen de medios para supervivir y que por la picaresca de políticos y organizaciones de caridad laicas y religiosas, más que solucionar el problema, los cronifican porque deben ser asumidos con recursos públicos.

No se puede argumentar falta de recursos, pues si es el caso se deberán elevar los impuestos o detrayéndolos de destinos como armamento o rescatar bancos. Apelar a la caridad pública mediante el recurso fácil de la lástima envilece a quien tiene ese derecho por ley.

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