Julen San Esteban Urquizu

La mala educación

Cada vez que voy al cine, tengo la sensación de estar en uno de esos espacios donde solamente la «high class» es capaz de asistir. Como estudiante universitario que soy, a pesar de los llamativos carteles anunciando palomitas «pop» con precios tan elevados, opto por ser realista y traer comida casera. Suerte que es el día del espectador, ya que por lo contrario, no podría permitirme semejante lujo. «Estos jóvenes no tienen educación alguna», protestan algunas señoras mientras como mi sandwich de bacon, mahonesa y queso. Y es que por sorprendente que parezca, son precisamente ellas las responsables de los murmullos y estornudos constantes, que agotan las reservas de sus paquetes de Kleenex guardados en codiciados bolsos de gama alta. Entonces es cuando, tras perderme la mitad de los diálogos de la película, me hago la misma pregunta una y otra vez: ¿maleducado yo?

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