Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

Los servicios privados son mejores que los públicos

Sospechosamente se ha hecho viral esta afirmación que ha calado como dogma en la sociedad. La actividad pública es sinónimo de ineficacia, cara, de baja calidad y lenta. Frente a la iniciativa privada, que es eficaz, inmediata y de calidad. Son tópicos que se han divulgaron desde los colegios privados para desacreditar la enseñanza pública en la escuela. La sanidad es otro área en la que la confrontación por parte de los centros privados ha quedado evidenciado que supera a la pública y nadie lo duda. Existen otros muchos campos en los que la iniciativa privada es incomparable con la pública en cuanto a eficacia. Curiosamente la polémica es alimentada desde los colegios religiosos y grupos privados que apoyan la privatización de la sanidad. Estos lobbies utilizan las medias verdades para sus argumentos. Respecto a la enseñanza los colegios y centros privados, con financiación pública, seleccionan a su alumnado entre los grupos sociales burgueses y limitan el acceso de alumnado de entornos modestos y becados, salvo que sean superdotados, pues en ese caso les aporta cachet. Si embargo, los centros públicos están obligados a dar entrada en sus aulas a todo el que lo solicite, lo cual significa que habrá muchos problemáticos, pero que tienen que admitirse. En las tentativas de privatización de la medicina la estrategia es muy sibilina, pues a sus centros van los pacientes con alta capacidad económica, pero cuando se trata de casos graves que requieren equipos humanos y tecnológicos costosos, acuden a la pública porque es gratuita y es reconocido que el trato es exquisito y los buenos profesionales atienden en los centros públicos que están dotados de los más modernos equipamientos. Sólo que como a la gente selecta no le gusta mezclarse con la plebe y se trate de una enfermedad grave, entonces llaman al pariente médico para que le cuele en la lista de espera. Y a pesar de todo prefieren los servicios privados.

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