Enric Vivanco Fontquerni, Barcelona

Los tribunales impiden hacer política

No existe ningún sistema político, que en mayor o menor grado no aparte a la ciudadanía de las decisiones que inciden directamente a la población. Hay diferentes escalas y comportamientos. Lo que es indudable es que la población es un mero espectador. El entramado jurídico del Estado, se comporta como una dictadura judicial. El Tribunal Constitucional es el equivalente del Tribunal de Orden Público, ya que vigila las leyes que se pueden implementar, o no, aunque se tenga la mayoría parlamentaria. Es una estafa sideral, puesto que el voto queda quemado inmediatamente como cualquier libro, obra escultórica, o representación cultural. Es un auténtico pitorreo que se hable de prisas legislativas y caminos oblicuos, que no gustan a los que detentan el poder y no están dispuestos a perder ningún privilegio. Las instituciones tienen propietarios y no quieren renunciar en ningún caso del poder de que disponen. Sucedió cuando se hizo la Transición, cuando todos los partidos políticos tragaron de forma indecente. Las exigencias de la dictadura apartando a los ciudadanos para poderse gobernar con una retórica tramposa. La democracia existente consiste en tener el consentimiento de los que dominan los resortes del Estado, sino inmediatamente se establece una lucha jurídica de trileros, en que los dados aparecen y desaparecen en el entramado informativo dominado por los de siempre. Quieren hacer creer que la ciencia jurídica existe, cuando solo sirve para aplastar a la inmensa mayoría de la población. Los tribunales constitucionales, su misión es anular la política, que es la única posibilidad que tiene la población para organizarse. Como lo sucedido con el Tribunal Supremo del Reino Unido, impidiendo que Escocia, que es una Nación, pueda la ciudadanía organizarse como considere oportuno. Todos estos tribunales son inquisitoriales que van en sentido opuesto a lo que la población quiere y desea, ya que la política debería poderse administrar según las circunstancias del momento. Por ello es un río, y no un estanque putrefacto y pestilente. Cualquier tribunal es hoy en día un glacial perpetuo, que impide adecuarse en los momentos y en las necesidades para la población. Mientras no se disponga de una tecnología política proporcional a lo que la población pueda decidir lo que considere oportuno para su presente y futuro de su vida. Lo que hay es una dictadura jurídica, aceptada por los partidos políticos sumisos, sin más. 

Atentamente.

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