Lo sucedido en una escuela concertada cristiana en Palma, respecto a la colocación en el aula de la bandera oficial del Estado, por parte de algunos alumnos de primero de bachillerato, incumpliendo lo acordado que era clavarla en la pared cuando los mercenarios jugasen el partido. El problema tremendo es que estos niñatos, no tengan ni idea de los que es la FIFA, ni del lugar donde se juega semejante majadería, ya que estoy convencido que si se les diese un mapa mudo, no tendrían ni puñetera idea de situar a Qatar, donde corresponde, ni de saber dos ciudades del mismo, ni de su estructura social, política, e histórica, lo mismo que sus padres forofos.

La escuela tiene infinidad de carencias empezando por la formación del profesorado que en su mayoría es de auténtica pena. Como las noticias de lo sucedido es como siempre cuando se toca lo simbólico, se organiza un embrollo que todo el mundo se siente ultrajado. Recuerdo lo acontecido después del 1 de octubre, muchos alumnos encontraron sus escuelas destrozadas. Se prohibió hablar del motivo inculpando a maestros, estos mismos padres que pululan en la escoria que tanto les gusta. A una serie de profesores se les hizo la vida imposible y tuvieron que cambiar de escuela. En fin, los mejores maestros están al albur de toda esta tropa indocumentada que no sabe nada más que vociferar incrustados en sus bajas pasiones, a mercenarios que se ríen de todos ellos, ya que en toda su vida no van a ganar lo que ellos disponen en un año. Hay que ser muy memo y muy esclavo, para aclamar a todo este tinglado.

Lo más lamentable es que el tutor, según parece diese el permiso de colocar la identificación. Estoy convencido que este maestro tampoco pasaría el examen geográfico, histórico y cultural, de Qatar. Ni lo que es la FIFA, que es una auténtica mafia de gánsters. Una escuela que tiene tiempo para seguir estos espectáculos deformativos. Un buen profesor exigiría a sus alumnos que conociesen el lugar donde se juega, cómo se ha elegido la sede, a base de dar dinero a políticos corruptos, y la cantidad de violadores que juegan en estos equipos y conocer un mínimo de sus ideas políticas, que están en consonancia con el derroche de sus lamentables y vacías vidas.

Un buen profesor habría conseguido que la mayoría de sus alumnos aborreciesen semejante espectáculo dañino para el auténtico deporte, y para la formación integral de unos humanos, que con un pensamiento crítico, se distanciasen de todo este bochorno informativo. Y en una escuela cristiana, rezar por todos los esclavos asesinados, y sirvientas violadas, en la construcción de estos circos refrigerados en pleno desierto.
 
Atentamente,