Kandido Zubikarai Badiola | Expreso en la cárcel de Cartagena, de 1991 a 2001

Mariano, mis recuerdos desde la cárcel de Cartagena

Isidoro Galán me envía una invitación para acudir al El Portús, en Cartagena, y recordar a nuestro entrañable Mariano Gz. Mangada, con uno de sus versos inolvidables: «Que esto es tarea de muchos, eso te lo digo yo: lo arreglamos entre todos o no lo arregla ni Dios».

Mariano, a pesar de los 21 años transcurridos desde que te fuiste, los recuerdos vividos en la cárcel de S.Antón (Cartagena) nos acompañan cada vez que nos adentramos en el mes de mayo. Muchos y bellos recuerdos que revolotean en nuestra mente, y que nos hacen sonreír.

Eran los momentos duros, en los que se generalizó el azote de la dispersión de presos políticos vascos hacia decenas de prisiones de todo el Estado, tratando de romper el Colectivo.

Algunos compañeros fuimos pasando por esa pequeña y vetusta cárcel. Nos alejaron a cientos de kilómetros de nuestro entorno afectivo, y, paradojas de la vida, nos encontramos con los amigos solidarios del Comité de Cartagena. Oasis para nosotros y nuestros amigos y familiares. Allí te conocimos físicamente Mariano, en la misma prisión que años antes tú habías estado por luchar en el movimiento obrero.

No sabíamos de dónde sacabas el tiempo para desarrollar tantas actividades. Ahora estabas haciéndonos pensar con tus fábulas insumisas, disfrazado de Cuervo Ingenuo, participabas en asambleas obreras, o estabas en la librería Espartaco en citas, reuniones, y acogiendo a nuestros familiares.

No nos podíamos imaginar que los fines de semana hicieses de taxista, llevando a nuestros allegados en tu Vespa. Siempre sembrando semillas de lucha y buen humor. Los veranos en la prisión de Cartagena eran sofocantes, pero ahí estabas tú Mariano compartiendo tus vacaciones con nosotros. Con qué ilusión recibíamos el “Diario de la Aguja”, diario en el que plasmabas con todo lujo de detalles, dibujos incluidos, tus aventuras ecológicas, reflexiones teológicas e inventos. Nunca faltaba en el diario la lista de los productos comprados, con sus precios. Diez días de vacaciones en la Aguja fuera del consumismo y disfrutando de la naturaleza, que nos llenaba de frescura porque parecía que nosotros también participábamos en esa aventura.

También encontrabas tiempo para dar una vuelta por Urbina, para visitar a Blanca y a su familia. Mucho te debía de atraer esa zona de Euskal Herria, ya que parte de tus cenizas siguen allí jugando con el viento y componiendo poemas al amanecer.

La solidaridad con los presos políticos vascos te hizo ser un asiduo a las marchas de Herrera de la Mancha. A nosotros se nos hacía difícil comprender, cómo podía haber tanta gente tan comprometida a cientos de kilómetros de Euskal Herria, y en circunstancias tan adversas. Hoy en día seguimos sin entenderlo, pero orgullosos y agradecidos de haber recorrido junto a ti este periodo de nuestras vidas. Vivencias solidarias que permanecen intactas, a pesar de que el paso del tiempo trate de nublarlas.

Este miércoles seguiremos echando mano de los recuerdos, esbozando una sonrisa cómplice al sentir tu cercanía.

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