Ainara Sagarzazu González

Mujeres de Hondarribia silenciadas

Soy una mujer hondarribitarra silenciada, «voluntariamente» durante varios años. Hoy es la primera vez que opino de manera pública sobre este tema libremente. Hasta ahora no he dado este paso por dos motivos: proteger a mi familia y no entrar en debates insanos con mis amistades. No sé las consecuencias que va a conllevar esta reflexión, pero hoy me siento segura de mi postura y tengo la necesidad de expresarla. Al fin y al cabo, mi opinión siendo mujer de Hondarribia es tan válida como la de las mujeres que pertenecen al colectivo Hondarribiko Emakumeak o la de las mujeres que participan en la compañía Jaizkibel.

Soy una mujer hondarribitarra silenciada, y disfruto viendo el Alarde tal y como se desarrolla en la actualidad. Eso no me impide ver y aceptar que es un Alarde discriminatorio. Me gustaría que las mujeres desfilaran en las mismas condiciones que desfilan los hombres. No creo que por ello el Alarde perdiera solemnidad. Sería un Alarde adaptado al siglo XXI, donde las mujeres podrían decidir libremente si seguir disfrutándolo desde las aceras o disfrutarlo desde dentro.

Soy una mujer hondarribitarra silenciada, y tengo un hijo y una hija. Mi pareja y yo nos esforzamos en educar a nuestros hijos en igualdad. Mi hijo de cuatro años me planteó querer desfilar de cubero. Fue en ese momento donde reafirmé definitivamente mi postura. Bajo ningún concepto dejaría que mi hijo participara de manera activa en un Alarde donde su hermana no pudiera elegir participar de la misma manera que él. Cuando mi hijo me preguntó por qué desfilaban muchos chicos y pocas chicas, fue una pregunta difícil de responder. Le expliqué que el Alarde era un teatro y que se habían animado pocas chicas a participar pero que poco a poco se iban a apuntar más. ¿Alguna mujer hondarribitarra me puede decir que le hubiera respondido?

Soy una mujer hondarribitarra silenciada, y creo en la sororidad. Las mujeres debemos apoyarnos entre nosotras para defendernos de este sistema heteropatrical. Creo que no se puede negar que el conflicto que se vive en Hondarribia es un problema de género, el cual influye en la convivencia durante todo el año.  

Soy una mujer hondarribitarra silenciada, y me consta que hay otras mujeres que viven este conflicto de la misma manera que yo. Que se encuentran en la tesitura de «estás conmigo o contra mí». No se sienten libres de opinar de manera sincera porque ello conllevaría consecuencias en diferentes ámbitos de su vida.

Soy una mujer hondarribitarra silenciada, y pienso que el Alarde actual no tiene recorrido. En mi opinión, el Ayuntamiento de Hondarribia, Alarde Fundazioa, Hondarribiko Emakumeak y Compañía Jaizkibel deberían reunirse, hacer autocrítica, tener empatía, aplicar la escucha activa y debatir de manera sana, sin rencores. En definitiva, tener voluntad de resolver el conflicto. Hondarribia y todas y todos los hondarribitarras se lo merecen.

Ahora sí, soy una mujer hondarribitarra libre, he expresado lo que pienso y lo que siento sobre este conflicto. No me importan las consecuencias que conlleve esta reflexión porque estoy convencida de las ideas de este escrito y en ningún caso es ofensivo para nadie. Estoy preparada para defenderlo.

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