Gontzal Fontaneda

¿Qué pasó en Quyuk?

Una novela de hace unos 60 años de un escritor alaskeño relataba una historia que sucedía en la localidad de Quyuk; contaba que aparecieron unos trozos de vasijas con figuras e inscripciones griegas, que los descubridores dataron en la época de la Grecia helenística, hacía 22 siglos.

Decía que la «comunidad científica» de la Universidad de Alaska-Fairbanks, en Galena, consideró imposible la presencia en aquella época de griegos en Alaska y lo tachó de hallazgo falso, y que por ello, el Consejo Censal de Nome llevó a los arqueólogos ante los tribunales acusándolos de falsificación, al tiempo que los expulsaba del yacimiento y daba su dirección al entonces equipo de arqueología de la citada universidad.

Contaba que, sin que se hubiera hecho ningún análisis serio de los hallazgos, al cabo de bastantes años el tribunal se declaró incompetente para dirimir el conflicto y sobreseyó el caso. La sorpresa no fue aquella decisión, sino que los hallazgos habían sido exhaustivamente limpiados e incluso barnizados, con lo que una analítica posterior quedaba totalmente inutilizada ante la desaparición de las costras que, cuando fueron descubiertos, cubrían los trazos de las figuras y de las inscripciones.

Según narraba, la Asociación de la Historia de Alaska se dedicó entonces a investigar el asunto, basándose en que los tribunales habían dejado los hallazgos siempre en manos de la acusación, del Consejo Censal. Decía que acabaron encontrando un laboratorio de la Universidad de Durban en Sudáfrica al que en los primeros momentos el Consejo Censal había encargado subrepticiamente los análisis de algunas cerámicas. Como el resultado no fue de su agrado, el Consejo Censal se lo calló, y durante el proceso puso todas las trabas posibles a que se hicieran análisis a los hallazgos.

Y así terminaba la novela: como las piezas estaban contaminadas, limpias y relucientes, nada se pudo hacer… hasta que veinte años más tarde a diez millas de Quyuk aparecieron unas vasijas similares.

2017, año de la rehabilitación de Eliseo Gil

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