Esta es la frase que escuchamos repetidamente estos días, tras la celebración de las elecciones generales y cuyo resultado ha sido un congreso de los diputados al menos «inquietante» con un parlamento donde se acabaron las mayorías absolutas, y con la «obligación» de los allí llamados representantes del pueblo (para eso les hemos elegido) de constituir un gobierno que sea para todos (y no como hasta ahora solo para unos pocos).

Se habla de grandes coaliciones tomando como ejemplo diferentes gobiernos de la unión europea, pero me temo que nuestros políticos no estén a la altura de sus colegas europeos, de pensar realmente en los problemas reales de sus ciudadanos y no en sus propios intereses. Se alude constantemente a ese «sentido de estado» por parte de los que hasta ahora nos gobernaron y de algún que otro partido (para que arranque la legislatura dicen) los que durante 4 largos años se «olvidaron» de conjugar el verbo pactar, y dirigiendo casi de un modo «caciquil» un país entero, pretenden o al menos lo intentan seguir en el poder, agitando el «fantasma» de unas nuevas elecciones en la primavera.

El mensaje que dejaron las urnas fue bastante claro: queremos cambio (no cualquiera) pero cambio. Seria un fracaso total y absoluto vernos abocados a unas nuevas elecciones, precisamente por faltarles a muchos ese verdadero «sentido de estado».