Enrique Vivanco Fontquerni

Teorías complotistas

Las teorías conspirativas equivalen a los chivos expiatorios de toda la vida. En la primavera de 1321 en el sur de Francia, corre el rumor que los leprosos obedeciendo a los judíos para hacerse con el poder, envenenan los pozos y los ríos para que los cristianos enfermen, y el rey del momento en Francia, era Felipe V el Largo, se lo toma en serio y hace la primera reclusión masiva de la población. ¿Qué diferencia hay ahora en que se atribuye, desde Silicon Valley, haber fomentado la nueva enfermedad para disminuir la población?

Parece que no se avanza mucho incluido los complotistas izquierdosos, que ven en la decadencia de Occidente un esfuerzo desesperado contra la amada China, destructora de cualquier minoría. En cambio poder analizar con calma el modelo productivo que el sistema globalizador ha impuesto, y en el que China, es precisamente el valedor de todo este cambalache industrial, que gustosamente se incrusta en esta rueda diabólica, está dando los frutos radioactivos del presente. Los desastres naturales, la vuelta de las plagas que hacía centenares de años que no sucedía y que arrasan los cultivos, con la hambrunas correspondientes, por culpa de una agricultura intensiva de exportación, que impide que los agricultores puedan tener las reservas mínimas de alimentos para cuando llegan estos casos, la contaminación medioambiental, el aumento de temperaturas por todo el planeta, el grave problema de los residuos que genera el propio sistema de derroche permanente. Francia, hasta finales de febrero, ha generado todo el CO2 de un año, en el que se había comprometido, y por supuesto no es el único caso. Todos estos fenómenos con el añadido de la industria turística masiva, que es un peligro para la humanidad, ya que no se contenta con destruir ciudades, que se convierten en lugares de ocio que aniquila tejidos de vecindad y de comercios de proximidad, por culpa de los rentistas planetarios que necesitan dinero al instante comprando edificios y suelo para poder revalorizarlos arrasando con los ciudadanos que no pueden hacer frente a este latrocinio que la globalización impone.  

Con la llegada masiva de personas adocenadas por su propia incapacidad de tener unas relaciones sociales sanas, y en muchos casos enfermas, con todo este trajín de congresos y exposiciones, que solo sirven para contentar a la mafia del turismo. Todo este engranaje maléfico, propicia la desgracia de esta nueva enfermedad, y las próximas que irán apareciendo, porque esta globalización no puede solucionar toda esta cadena de desastres que ha engendrado.   
 
Atentamente,

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