Netanyahu, primer ministro de Israel, ha promovido la candidatura al Nobel de la Paz, en favor de Trump. La CPI acusa de genocidio a Netanyahu, ordenando su detención y comparecencia ante dicho tribunal. Todo el espectáculo macabro que supone la masacre del pueblo palestino en Gaza y la destrucción total de las infraestructuras, parece que son méritos para que ambos criminales pidan el Nobel de la Paz, ignorando los principios de derecho internacional, demostrando una vez más que «la fuerza crea el derecho», analizando la historia de las hazañas bélicas de los imperios a lo largo de la historia y que estos criminales que arrasan Gaza, borrachos de soberbia que produce la especie humana, parece que ignoran que su final será el que corresponde al guion histórico conocido que provocan crisis planetarias y los «héroes» protagonistas terminan suicidándose o colgados de un poste cuando son derrocados. Después los historiadores estudiarán a estos «estadistas» que provocaron el terror y recibieron elogios de los «estados gallina de la UE» que se enriquecen con la reconstrucción de las ruinas producidas por las armas que les vendieron los «colegas de la OTAN», que provocarán la fase de auge del ciclo económico, beneficiará a las empresas y divulgarán el cuento de que creará «empleos nuevos y de calidad». Repugnan las imágenes de televisión de Netanyahu sonriendo como una hiena leyendo su petición del Nobel, pero aún es más sangrante Trump, al borde de las lágrimas agradeciéndolo, mientras, el Tsahal masacra con saña a la población de Gaza en las colas de suministro que controla a sangre y fuego, con la altanería del pueblo de Israel mostrando su satisfacción por los triunfos militares de su líder que tiene el honor de presentar la candidatura al Nobel de la Paz para quien le suministra armas para la guerra.


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