Manu Errazkin, vecino de la Parte Vieja donostiarra

Turismo en Alde Zaharra

Que el mundo está cambiando nadie lo puede negar, el cambio climático es ejemplo de ello en lo general, pero más cerca, tenemos cambiados ciertos personajes en los medios: Boris Izaguirre ahora ejerce de historiador, el mismísimo Federico Jiménez Losantos convertido en adalid de la prensa rosa... así como los que van al frente de grupos de turistas explicando lo que se supone la historia de nuestra ciudad, que a veces hay que oír lo que explican, que nos la cambian. A nosotros sí que nos ha cambiado la vida el turismo, evidentemente a peor. Pisos turísticos por doquier, hoteles, lo nunca visto por estos lares, bares con cola de turistas para comer un pintxo, gente y más gente por nuestras calles llenas de mesas, terrazas, sandwiches por todos lados... que nos están cambiando el barrio. Bueno, que nos lo han cambiado ya porque si antes era un barrio vivo y del vecindario, ahora ha pasado a ser un barrio en manos de la hostelería y la restauración, un barrio degradado que ha sufrido- y sufre- las políticas de un Ayuntamiento que apuesta más por un turista antes que por un vecino del barrio. Y para más inri, el único que no ha cambiado nada ni siquiera su semblante -el lehendakari-se va hasta Japón, entre otras cosas, a traer más turistas, por si hubiese pocos. Yo le recomendaría que en vez de tanto viaje se ocupara más de los problemas que padecemos como la sanidad, vivienda, educación, etc. Y de los trabajadores y sindicatos de la Función Pública a quienes tanto menosprecia. ¿Quiénes se benefician del turismo? Una minoría y en ella, grupos inversores sin escrúpulos a quienes importa un bledo la historia e idiosincrasia de este barrio. Para los vecinos del barrio, supone una situación insostenible, aumento de suciedad, amontonamiento de bolsas de basura, carestía, ruidos, vecinos que ya han optado por marcharse del barrio, pues la situación les ha desbordado, de las ferreterías existentes no queda ninguna, cierran supermercados, talleres, tiendas de toda la vida, locales tradicionales convertidos en almacenes para la hostelería y lo peor, todo esto lo potencia el propio Ayuntamiento. Se ha llegado a pervertir tanto la cosa del turismo que si un turista quiere llevar un souvenir de la ciudad, tiene que entrar en un chino o en una tienda Rumi. Sería bueno profundizar en el tema y crear un grupo de estudio en el que participen sectores implicados para reflexionar sobre un turismo sostenible y no masivo y descontrolado como el actual, que no hace sino empeorar la calidad de vida del vecindario haciéndola insostenible.

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