Ángela Vadillo Mendiguchia

Un sueño arrebatado

Cuando llegó el virus nadie nos esperábamos que viniese para quedarse un año (y más). Nos atrasaron la final contra los vecinos de Donosti para que pudiésemos vivir una de las mejores noches que fuésemos a vivir todas y todos las y los athleticzales. Teníamos esperanzas porque teníamos ganas. Pero otra vez más nos dieron la peor noticia: esa final se iba a jugar, sin público. Y lo que eso conlleva. Sin celebraciones.

Esta noche no voy a poder dormir pensando que estamos en otra final. Y que es otra final que no vamos a poder disfrutar. Porque ver si, por la televisión. En casa. Con los convivientes. Porque no podemos disfrutar ni en bares, ni txokos, ni Athletic Hiria, ni Sevilla, ni... ¡Y cuantos «nis» nos ha dejado este bicho!

Soy de la generación que lleva esperando ver la Gabarra desde que mi aitite, de Bilbo de toda la vida, socio del Athletic desde su primer sueldo, me hablaba de ella. Verla en directo. No se cuantas previas a finales he soñado con ese momento. Pero, ¿y ahora qué?

No voy a pegar ojo pensando en que todos estos momentos que nos está regalando el Athletic no los vamos a poder disfrutar con todas y todos las y los athleticzales. Pero me acabaré durmiendo, pensando que con este espíritu y esta filosofía yo también podré contarles a mis futuros nietos que un día vi la Gabarra bajar por la ría.

Y que aitite seguro que está disfrutando de este Athletic. Con los convivientes. Como todas/os.

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