Violencia vicaria
En la radio estatal por antonomasia cada día preguntan una cuestión para poder contestar con un sí o un no, lo mismo que hace el diario Le Figaro, en el que las preguntas suelen ser bastante más inteligentes, que en el caso de la radio, que se convierte es una especie de crucigrama intrascendente en el que la mayoría se adivina con facilidad. Han planteado la cuestión, si se es partidario de suspender la publicación de un libro en el que se disecciona la violencia vicaria por parte del asesino de sus dos hijos. Los descendientes a lo largo de la historia siempre se han utilizado como arma arrojadiza entre los progenitores, las espadas y los puñales han chorreado sangre entre los reyes, señores feudales, y demás mandarines del poder, no es ninguna novedad. La venganza forma parte de la especie humana desde siempre, por esto los humanos en general son despreciables hasta el infinito. En las vulgares separaciones, de repente, los amores hacia los vástagos, se disparan en progresión hormonal que se convierte en una hipocresía ridícula. Como siempre el periodismo conductista entrevista a un docto universitario catedrático de Derecho Constitucional, Marc Carrillo, un enemigo furibundo hacia los independentistas, que durante años utilizó sus inmensos conocimientos para despreciar cualquier argumento en el que la población pudiese expresar su opinión, o lo que le viniera en gana. Al dar voz a este personaje que siempre se escuda en la urdimbre Constitucional, para impedir cualquier avance, su argumento estrella es el derecho de la intimidad de la madre, y como ella no quiere que se publique, el profesor argumenta que nadie tiene derecho a leer el texto. La libertad de expresión no existe, ya que cada parcela utiliza argumentos para que las opiniones que no gustan se queden en el limbo de la inexistencia. Foucault nos avisó que la dominación es cosa de todos, y que se ejerce por todos los ámbitos y esferas como la violencia vicaria. Por ello considero innecesario hacer gala de la libertad de expresión, en el que tanto se presume en una parte del pequeño mundo al cual pertenecemos. Así que una minoría decide lo que se puede leer y lo que no se debe. En cambio, podemos observar como ciertos niños se borran su imagen para protegerlos, y otros no tan afortunados como los niños de Gaza, vemos constantemente sus cuerpos presentes, o su desespero al quedarse sin sus padres, y los siguen matando por falta de alimentos y por desatención médica. Todos estos humanos, no tiene derecho a la intimidad, en cambio, la libertad de expresión brilla como un faro para que podamos saber lo que sucede en este enclave, y que la sociedad tan maravillosa como es la nuestra que esté informada, que no hace ninguna falta, ya que no se dispone de tiempo a la espera que una empresa de transporte llegue en bicicleta con una pizza que hará subir el colesterol para que nos muramos lo más rápido posible. En fin, la libertad de expresión es como la tierra plana, solo el mero hecho de plantearlo es la prueba de la falacia del que lo sustenta.
Atentamente.